Hay un libro escrito por Joaquín G. y González que relata los daños materiales y la tragedia humana sucedida a lo largo de los cuatro kilómetros entre la Presa de la Olla y El Cantador.
Cabe destacar que fue una de las primeras publicaciones en el estado que dejó testimonio gráfico del desastre natural acontecido en la ciudad colonial. La impresión se llevó a cabo en León debido a que fueron destruidas las oficinas y maquinaria utilizada en ‘El Barretero’.
El 1 de julio de 1905 no se olvida, después de la tormenta desaparecieron casas, construcciones quedaron inhabitables, se registraron 117 casas afectadas.
La fuerte lluvia del 30 de junio y del 1 de julio ocasionó perdidas humanas, se identificaron 29 cadáveres y 24 sin identificar (la lista refiere a los cadáveres descubiertos dentro de la población).
Unas horas antes del desastre, la población masculina estaba en sus ocupaciones, en las minas y sus talleres. Cuando empezó a caer la lluvia, los pequeños buscaban el refugio del hogar y en las casas se reunieron las familias, ignorantes de la gran catástrofe a punto de acontecer.
“Destruyó la parte alta de la cortina de San Renovato; derribó parte de los bordos de la Presa de la Olla; arrasó los tres jardines; se llevó los motores de los caballitos y de la ‘Rueda de la Fortuna’, enterrándolos; destruyó la línea de tranvías, los arrastró con todo y los tiros de mulas, ocasionó varios desplomes de casas…”.
El Teatro Juárez, sufrió daños en la parte posterior, el Palacio de Gobierno perdió su archivo, en el Jardín Unión desaparecieron bancas y vegetación.
Guanajuato recibió la ayuda de Guillermo II, emperador de Alemania; de países como Francia, Guatemala y Honduras; así como el apoyo del Gobierno Federal y de varios estados. En algunas partes del Centro se observan algunas flechas que indican los metros que subió el agua.
*Tomado del libro ‘La inundación de Guanajuato’, de Joaquín G. y González

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