Con el inicio de las lluvias, la preocupación comenzó para la familia de Ma. Alejandra Galván, quien habita una vivienda improvisada de madera, cartón y materiales reciclados en el terreno que le presta una de sus cuñadas, adjunto al camino Marfil Pueblito de Rocha esquina con Subida a la Escuela de Diseño.
“Todos mojados, se me mete el agua, ya pusimos unas lonas que nos encontramos y más o menos se tapa pero si tuviéramos una lona más grande estaría mejor”, comenta Alejandra mientras se cepilla el cabello húmedo; en la estufa desgastada hay una cubeta de 5 litros de agua que se calienta con una resistencia de aluminio.
Las vigas que sostienen el techo de lámina negra son tramos añadidos y el peso del agua y otros objetos que hay en él hacen que se cuelgue, parece que se fuera a caer.
En la casa de seis por seis viven 10 personas, son tres familias y tres cuartos, en uno vive Alejandra con dos de sus hijas y su esposo, otros hijos con sus familias se dividen en los otros dos, también construidos de los mismos materiales.
Su esposo es guardia de seguridad en una farmacia del Centro de Guanajuato, ella acaba de entrar a trabajar en una fábrica, sus hijas menores estudian, “primero la escuela para ellas”, comenta.
Es sábado, por eso la menor ve la tele acompañada de su sobrina, las dos sentadas en la cama frente al televisor que está sobre una cómoda.
Mi esposo acaba de entrar a trabajar de guardia de seguridad en la (farmacia) San Francisco de Asís, hace dos semanas (…), también trabajo, en una fábrica, ya tengo tiempo, a él solo no le alcanzaría, aquí es de una cuñada que nos prestó, según que nos va a dar una parte del terreno pero apenas lo está arreglando”, comenta.
Ya hace tres años que viven ahí todos, antes de eso era rentar aquí y allá y pagar renta era muy pesado, por lo menos eso no es preocupación por ahora, aunque siempre está la incertidumbre de no tener un hogar propio.
El piso está todavía húmedo por la lluvia, hay un poco de lodo, el agua corre su cauce natural cerro abajo cuando llueve y en el camino inunda el cuarto de la familia, por eso la cama está sobre un par de ladrillos en cada pata, los cuatro duermen ahí, sobre dos camas individuales unidas.
A pesar de las carencias y la aparente precariedad de su forma de vida, Alejandra se muestra animosa, contenta y sencilla, por lo menos están todos juntos ahí, eso es un alivio que bien podría ser mejor con un poco de ayuda, acepta, “sí está difícil porque no hay (dinero), aunque los dos trabajamos, a veces no alcanza”, comenta.
La de Alejandra es una de tantas familias que habitan en las colonias de la periferia, marginadas y sin servicios básicos, en las que miles de capitalinos hacen día a día su vida con todo y las complicaciones que les significa una temporada lluviosa, que se pronostica abundante este año.
