Gloria Manjarrez Castro, capitalina de 62 años, tuvo 11 hijos. El primero, a los 17 años. Todos viven. Todos fueron por parto natural sin complicaciones. Y en su rostro refleja la tranquilidad y la felicidad de una vida satisfecha.
El primero de sus hijos nació el 13 de diciembre de 1969. Hoy, el mayor tiene 45 años de edad y el menor, 27. No puso ni un mínimo ni un máximo de los hijos que quería procrear, tampoco planeó tener tantos, simplemente fueron llegando.
“En los matrimonios se usaba tener los hijos que llegaban, porque en ese entonces era una obligación tener los hijos que la suegra, el marido o que uno mismo quisiera. Uno se enfocaba a atender su casa y a sus hijos”.
Aunque es de la ciudad de Guanajuato, siendo soltera se fue a trabajar como auxiliar de enfermera al hospital de San Diego de la Unión. Allá conoció a su marido y se casó. Empezaron a nacer sus hijos. Desde el primero, dejó de trabajar, pero siempre tuvo ayuda doméstica. Aunque con cierta frecuencia, como era enfermera, la buscaban para atender partos o poner inyecciones.
“Él (su esposo) me tenía quién me los cuidara y se encargaba de todo: de lavar la ropa, de hacer de comer”.
Pasados algunos años, en la década de los 70’s, con cuatro niños en su familia y de vuelta en Guanajuato capital, Gloria Manjarrez quiso regresar a trabajar a la Secretaría de Salud. “Pero ya estaban las plazas congeladas.
“Entonces anduve buscando trabajo en los transformadores que hoy es Siemens”. Tampoco hubo.
“Joel Arredondo García (quien fue funcionario de Gobierno del Estado), de San Diego de la Unión, me ayudó mucho. Tenía una compañera que trabajaba en el DIF y le comentó que yo andaba buscando trabajo. Me lo dieron de intendente en el DIF, porque no había otra cosa, mis hijos ya estaban estudiando y yo quería trabajar”.
Se reincorporó a laborar en 1984, cuando ya habían nacido sus 11 hijos.
Pero a pesar de que trabajaba y tenía que criar a tantos hijos, Gloria Manjarrez no sintió que fuera complicado realizar ambas tareas.
“No se me hizo complicado porque estábamos los dos para todo (ella y su esposo). No era complicado. Tenía el apoyo de una hermana, de una cuñada y de él mismo.
“Además cuando yo había trabajado en el hospital, cuidaba a niños chiquitos antes. Ya estaba acostumbrada y tenía paciencia.
“Somos de las antiguas. Antes con un rebosito cargábamos a uno y con la otra mi niño caminando”, recuerda con una sonrisa.
Nunca ninguno se le enfermó de nada grave ni tuvo problemas con ellos en la escuela. Dice que su esposo le ayudó. Todos estudiaron.
“Yo siempre les decía: su escuela es lo primero, porque esa es su herencia y nosotros como padres debemos apoyarlos”.
“TODOS MIS HIJOS ME QUIEREN MUCHO”
“Mi hermana me los cuidaba, porque me gusta mi trabajo y no me gusta faltar. Todo salieron buenos. Todos mis hijos me quieren mucho. Somos una familia muy unida.
“Me cuidan mucho, más que nada yo soy muy paciente. Estamos muy unidos”.
Su espíritu de madre también lo aplicó en su trabajo, pues en el DIF fue cambiada a la guardería ubicada en Paseo de la Presa, donde lleva 18 o 19 años laborando como asistente educativa.
PENSÓ NO TENER MAS
En una época, cuando ya tenía varios hijos, pensó en no tener más.
“Como que yo sí decía hasta en tres. Pero antes en trabajar no se cuidaba uno”.
Gloria usó anticonceptivos, pero le hicieron daño, le dolía la cabeza, por ese motivo los dejó.
Para ella y su esposo tampoco fue difícil económicamente sostener a sus 11 hijos, por dos razones. La primera, su esposo también trabajaba como maestro, que hoy está jubilado.
“Y porque yo me enseñé a ahorrar. Cuando eran vacaciones, compraba ropa y útiles”, comento con satisfacción en su rostro Gloria.
