Por: Katsumi Itagaki
Cónsul General del Japón

 

León, Gto. Hablar de Beatriz Eugenia Yamamoto Cázares, es referirse a toda una leyenda: maestra, funcionaria estatal, diputada, empresaria, emprendedora, consejera, madre y amiga no solo de los japoneses, sino de muchas otras comunidades que hoy la recuerdan con mucho respeto y cariño. 

cónsul de Japón
Katsumi Itagaki

En particular, en el Consulado General del Japón en León y en la comunidad japonesa, lamentamos profundamente la partida de nuestra amiga Betty Yamamoto, testigo y persona clave en las importantísimas relaciones que actualmente sustentan México y Japón, y en este caso Guanajuato y Hiroshima. 
Orgullosa de su herencia japonesa y mexicana, era un referente de esfuerzo dentro de la comunidad nikkei y dentro de su mismo entorno mexicano. Fue así como los cargos que desempeñó a lo largo de su vida y parte de su esencia, naturalmente la fueron acercando hacia al mundo japonés, en momentos muy importantes para el desarrollo industrial del Bajío. 
Para nosotros es grato recordar su paso por la Presidencia del Grupo de Amistad México Japón, un grupo de amigos parlamentarios encargados de estrechar relaciones entre los dos países. Beatriz Yamamoto llegó al cargo durante su labor como Diputada Federal de Guanajuato 20122015 por pedido expreso del entonces embajador del Japón en México, Shuichiro Megata, que vio en ella, la persona idónea para la delicada misión de fortalecer lazos de lado y lado del Pacífico. 
2014 por ejemplo, fue un año de hechos importantes para las relaciones México, Guanajuato y Japón, Hiroshima porque se cristalizaron muchos proyectos y visitas. 
En primer lugar, se consolidó el acuerdo de amistad y entendimiento entre el Estado de Guanajuato y la Prefectura de Hiroshima, uno de los objetivos del anterior gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez Márquez, quien contaba también con el carisma y la experiencia de Beatriz Yamamoto para facilitar las diferencias culturales entre nuestros dos mundos.
Ese mismo año, se inauguraron las plantas de Mazda y Honda. En aquellas ceremonias que eran la culminación de años de esfuerzo y planeamiento, no podía faltar Betty Yamamoto, no solo en la lista de invitados especiales, sino tratando de conectar a ese grupo de ejecutivos japoneses con la sociedad en la que intentaban establecerse, en una zona desconocida para la gran mayoría de ellos.  
2014 también marcó los 400 años de las relaciones de amistad entre México y Japón, así que fue culturalmente muy activo. Nuestro país era el invitado en Guanajuato al 42 Festival Cervantino y para tal ocasión se hicieron presentes el príncipe Akishino y Kiko, su esposa. 
Casi inmediatamente después, en noviembre, la diputada Yamamoto visitó Japón en calidad de Presidenta del Grupo de Amistad México y Japón. La alegría, el conocimiento y el don de gente de Beatriz condujo a la inmediata simpatía y posterior amistad con el señor Hirofumi Nakasone, excanciller del Japón y entonces también diputado y presidente de la Liga Parlamentaria de Amistad entre Japón y México. Fue así como en 2016, el señor Nakasone, buen conocedor de México, aceptó gustoso la invitación de la ya regidora para desayunar en su casa de León, rodeada de otros miembros del Grupo de Amistad y del alcalde Héctor López Santillana.  
Durante ese mismo viaje Betty san, como le decíamos cariñosamente, pudo visitar la Prefectura de Kumamoto, lugar que vio nacer a su abuelo y ancestros. Así que personalmente podríamos decir que fue un reencuentro espiritual con parte de sus raíces. 

Aportó paz y bienestar 

Todo ese cúmulo de experiencia, trabajo, esfuerzo y capacidad para generar nuevas esferas de relaciones entre japoneses y mexicanos no pasó desapercibido para nuestro gobierno en Tokio. 
En septiembre de 2018 el Ministro de Relaciones Exteriores del Japón, Taro Kono, le otorgó un reconocimiento por su gran gestión, y en 2019, la Oficina del Primer Ministro del Japón, Shinzo Abe, la condecoró en nombre del Emperador Naruhito, con la Orden del Sol Naciente, en Grado Rayos de Oro con Escarapela. Se trata de una condecoración que se concede a quienes han alcanzado logros destacados en las relaciones internacionales, la promoción de la cultura japonesa, el desarrollo del bienestar social o la preservación del medio ambiente. 
Pero, el legado de Beatriz Yamamoto trasciende mucho más allá del protocolo, de los asuntos oficiales o propios de su trabajo. Durante su gestión como Regidora de León y posteriormente como Coordinadora General de Atención para Comunidades Internacionales de la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional, establecida por el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, su aporte se tradujo en paz y bienestar en la vida de 2 mil 600 japoneses que laboran en las 280 empresas radicadas en Guanajuato. 
Cada una de estas empresas y los trabajadores japoneses que luchan a diario, hombro a hombro, con sus colegas mexicanos, tienen palabras de agradecimiento para Betty san. 
La maestra Yamamoto también incidió en la educación de muchos de estos niños y jóvenes japoneses que llegaron a Guanajuato para acompañar a sus padres en las compañías japonesas, también, en generaciones nikkei ya establecidas en suelo mexicano. Muchos la recuerdan bailando y compartiendo con su característica alegría mexicana en el festival del Instituto Educativo Japonés de Guanajuato en Irapuato, del que hacía parte como miembro honorario de su junta directiva. Soñaba con seguir trabajando por la existencia de escuelas trilingües en México que contemplaran español, japonés e inglés, porque según ella misma, no había tenido la oportunidad. 

De gran calidad humana 

Nosotros como comunidad japonesa guardamos un agradecimiento profundo e imborrable hacia nuestra querida Betty. Su repentina ausencia nos entristece y nos deja lecciones de vida. Sin temor a equivocarme podría decir que quienes tuvimos la oportunidad de tratarla, de ser sus amigos y trabajar con ella, queda un vacío difícil de recuperar. 
Así mismo estamos altamente agradecidos con su esposo Juan y con sus hijos Juan Carlos, Jorge y Julio César, porque sin su comprensión y apoyo incondicional, hubiera sido imposible tener a Betty san en tantas oportunidades, acompañándonos en eventos y en momentos importantes. 
Su nombre permanecerá por siempre en nuestro corazón, no solo por sus logros profesionales y su impresionante capacidad para servir como puente entre nuestras culturas, sino por su gran calidad humana, su alegría y su fino sentido del humor, esa curiosa y agraciada mezcla entre el Guanajuato que la vio ascender, su Coahuila natal y ese Japón que llevaba en su ADN. 
No todos los días la vida nos da la fortuna de compartir con aquellos que dejan huella y regocijan el alma. Beatriz Eugenia Yamamoto Cázares era una de ellas.

Sin temor a equivocarme podría decir que quienes tuvimos la oportunidad de tratarla, de ser sus amigos y trabajar con ella, queda un vacío difícil de recuperar. 

¡MIL GRACIAS POR TODO, BETTY SAN!    
 

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