Celaya.- Reconocido médico pediatra, activo político y ex Presidente Municipal, benefactor a través de diversas instituciones y patriarca de una estimada familia celayense, el doctor Salvador Guerra Jiménez dejó este mundo el pasado domingo 23 de agosto, a los 85 años.
Su testimonio de vida habla de un ser trabajador, amante de su profesión y de una labor que en diversos ámbitos deja una destacada trayectoria.
Hace apenas unos siete años, en una plática con sus hijos recordaba el motivo que lo llevó a ser pediatra. Les contaba que cuando tenía apenas 5 años, en la ciudad de Celaya, la cual no contaba aún con drenaje, su abuela Rafaela le decía que tenía que estudiar medicina y salvar a los niños del mundo. Varios eran los nietos de doña Rafaela, pero fue en el pequeño Chava en quien vio que su anhelo podría hacerse posible, pues ya entonces se vislumbraba en él una mente privilegiada. Y fue dicha carrera en la que encontró su pasión y la que supo desarrollar con sus mejores armas.

Recuerdan sus allegados, entre muchas anécdotas, cómo asombraba al dar el diagnóstico adecuado con gran facilidad. “A veces bastaba solo con ver al paciente para poder diagnosticarlo”, afirman.
Esa gran habilidad le valió ser becado en Estados Unidos, donde estudió su posgrado y recibió al inicio de los años 60, el “Premio por dar un diagnóstico sin tocar al paciente”.
Estudiante de excelencia
Salvador Guerra Jiménez, nació un 8 de enero de 1935; su formación inicial la estudió en el Colegio México en Celaya, posteriormente cursó su preparatoria en el Colegio Cristóbal Colón en la Ciudad de México, fue egresado de la Facultad de Medicina en la UNAM, graduándose con Honores, y se especializó en Pediatría obteniendo su posgrado en el extranjero, en Boston, Massachusetts. Desde su infancia y hasta su carrera profesional, se distinguió por ser un alumno de excelencia, obteniendo siempre las máximas calificaciones.
Patriarca de una gran familia
Fue durante sus estudios de postgrado en Estados Unidos cuando conoció a su compañera de vida, Phyllis Mary Meuse, con quien compartiría 57 años de un sólido matrimonio.
Se casaron un 22 de septiembre de 1960 y formaron su familia con cuatro amados hijos: María Elena, Graciela (Gogo), John Salvador (Jay Jay) y Robert Francis. Fue en marzo del año pasado cuando se despidió de su querida Phyllis, con quien ahora se reencuentra para la eternidad.

Chava, como lo llamaban con aprecio sus allegados, disfrutó del gran cariño de ocho nietos: Juan Pablo, Karen, Adrián, Andrea, Elizabeth, Brenda, Robert Andrew y Elisa, además de siete bisnietos: Emilia, Ana Paola, Eugenio, Emma, Patricio, Julieta y Sofía.
Extendió también su cariño para sus hijos políticos: Margarita, Elva, Adrián, Juan, así como demás familiares Cory, Valeria, Mónica, Javier, Eduardo y Luis.

Reconocido y estimado pediatra celayense
Por años, múltiples generaciones de infantes celayenses y pequeños de los alrededores, se atendieron en su consultorio pediátrico, el cual estableció en la calle de Madero a mediados de los años 60, posteriormente fundó junto a varios colegas el Centro de Especialidades Médicas, en el Centro de Celaya, donde instaló su consultorio y el cual atendió por años, hasta que su salud se lo permitió.

Gran cantidad de los niños que fueron pacientes suyos, al crecer y formar sus propias familias, lo eligieron para también ser el médico de cabecera de sus hijos. En muchos testimonios agradecen por su vida y salud, al buen diagnóstico que recibieron de él y a su profesionalismo médico. Así también le reconocen el trato humano con el que siempre los atendió.
Altruista, benefactor y promotor incansable de la cultura
Se distinguió por ser un promotor férreo del Seminario de Cultura Mexicana en el Estado de Guanajuato, donde por varios años presidió la Corresponsalía Celaya y bajo su gestión fue un gran impulsor del quehacer cultural en Celaya y la Región, siendo presidente vitalicio.
Junto a su esposa perteneció a los Lions Internacional como socio del Club de Leones de Celaya, el cual también presidió y su “rugido” sonó con fuerza por la labor y servicio que brindó en cada uno de los proyectos de beneficencia en favor de los más necesitados.

Fue un asiduo promotor de campañas en favor de la educación, la salud, la infancia y el desarrollo social, lo que le hizo merecedor de varios reconocimientos a lo largo de su trayectoria como miembro del club.
Destacó también en su labor como Presidente del Consejo Directivo de Cruz Roja Mexicana, Delegación Celaya de 1970-1973.
Desde 1983, fue cofundador y benefactor del proyecto “Cara Feliz” que atiende a pequeños con labio leporino y paladar hendido; gracias a su apoyo, durante más de 37 años se pudo brindar atención a cientos de pequeños. Así también fue benefactor de la Clínica de Planificación Familiar que en el año 1986 fue presidida por su esposa.
Cargos públicos y vida política
Su labor profesional rindió grandes frutos y su carácter, conocimientos y liderazgo lo llevaron a ostentar importantes cargos. Fungió como Presidente Latinoamericano de la Asociación de Pediatría (ALAPE), de 1975 a 1978, fue el Segundo Presidente de la Confederación Nacional de Pediatría de México (Conapeme) de 1978-1980, así como Jefe de Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado de 1979 a 1982, lo que le valió ser reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
También en esa época se destacaba ya como un miembro activo de la vida política en el municipio y el estado, siendo militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y durante toda su vida se consideró un “priísta de hueso colorado”.

Fue Presidente Municipal de Celaya durante el trienio de 1983 a 1985, fungió como Regidor de 1970 a 1972, y Diputado Local de 1991 a 1994, en la 55 Legislatura del Congreso Local.
Su ímpetu en materia política fue notorio al mostrar su oposición en la llamada “concertacesión” para entregar la gubernatura del Estado al candidato de Acción Nacional, Carlos Medina Plascencia y que el candidato priísta Ramón Aguirre, no tomase posesión como Gobernador Electo.

Amado padre y abuelo
Papá dedicado, esposo amoroso, abuelo y bisabuelo extraordinario. “Siempre fue muy apapachador y consentidor”, recuerdan hijos y nietos, además “siempre te exigía ser el mejor”.
“Siempre te formaba para ser una persona recta y te enseñaba a tratar a todos bien y sin distinciones, a tratar a todos con respeto.

Fue lo máximo, lo quiero mucho, me dio una vida muy hermosa y se le agradezco infinitamente”, expresa su hija Mary.
Innumerables son los recuerdos que seguramente muchos de mis primos, tíos y familia pudieran contar. Fue una persona que nos enseñó que la prioridad es la familia, enormes son los retos y las huellas que él deja por caminar; la superación, entrega y pasión que día a día nos demostró con gran ejemplo son y seguirán siendo la base de nuestro núcleo familiar”, comparte su nieta Brenda María.
Agradezco profundamente el honor de poder ser llamada su nieta”, concluye.
Descanse en paz Salvador Guerra Jiménez.
