Primera lectura

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abraham, diciendo: «Bendito sea Abraham por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.» Y Abran le dio un décimo de cada cosa.
Palabra de Dios.

 

Salmo

R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

  • Oráculo del Señor a mi Señor: 
    «Siéntate a mi derecha, 
    y haré de tus enemigos 
    estrado de tus pies.» R/. 
     
  • Desde Sión extenderá el Señor 
    el poder de tu cetro: 
    somete en la batalla 
    a tus enemigos. R/.
     
  • «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, 
    entre esplendores sagrados; 
    yo mismo te engendré, como rocío, 
    antes de la aurora.» R/. 
     
  • El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
    «Tú eres sacerdote eterno,
    según el rito de Melquisedec.» R/.

 

Segunda lectura

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.

 

Evangelio

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. 
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.» 
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.» 
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres. 
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.» 
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: 12 cestos.
Palabra del Señor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *