San Miguel de Allende, Gto.- Como parte del homenaje que recibió por su prolífica trayectoria, la productora Rosy Ocampo ofreció una conferencia en el 28 Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), donde habló de su trabajo como showrunner, la evolución del melodrama en México y su convicción de que las telenovelas pueden tener un impacto social profundo.
Desde sus inicios en la televisión en 1981, Ocampo ha construido una carrera sólida al frente de grandes producciones.
Cuando decidí estudiar comunicación, era una carrera poco conocida. Entré a este género no por casualidad, sino por un profundo estudio del contenido, del libro y del comportamiento de la audiencia”, comentó Rosy Ocampo.
A lo largo de los años, su propuesta narrativa ha tenido un enfoque claro: historias reales que conectan emocional y socialmente con el público.
¡Nunca me gustaron las historias de Cenicienta! Me gustan las historias fuertes. Pasa seguido que, en una mesa de diez mujeres, siete hablan de haber vivido algún tipo de violencia. Tomando eso en cuenta, modelamos las historias”, dijo.
Ocampo subrayó que el melodrama es un género poderoso que no debe ser menospreciado.
Todas las plataformas están llenas de melodramas. No es un género menor, la industria lo busca porque conecta. Ahí está el caso de Betty, la Fea, que sigue siendo de lo más visto en todo el mundo”.
En su caso, ha buscado que sus producciones vayan más allá del entretenimiento.
Mi apuesta ha sido por el entretenimiento con impacto social. El melodrama es un espejo en el que te puedes identificar y ver cómo puedes resolver lo que vives. Por eso nos aliamos con organizaciones sociales, para que quienes vean los capítulos puedan recibir ayuda real”, señaló.
Durante la charla, Ocampo habló también sobre el nivel de compromiso que implica la producción de una telenovela.
Desde que se comienza a producir, pasan al menos 15 meses. Es un trabajo de escritura, diseño de personajes, arte y estructura. Yo soy obsesiva con cada detalle, me mandan los diseños durante los seis meses de grabación. Todos los que estamos en televisión lo hacemos por pasión”.
Recordó que en producciones como “Papás por conveniencia”, donde se abordó el acoso infantil, se hizo con sensibilidad y cuidado.
Tenemos una gran responsabilidad. No se trata de ser obvios, sino de incomodar con intención y proponer soluciones. Por eso incluimos epílogos donde se explican los temas y se abren posibilidades de ayuda”.
También recordó casos en los que tuvo que cambiar a los protagonistas tras los estudios de audiencia, como ocurrió con “La fuerza del destino”, o en “La doble vida de Estela Carrillo”, que abordaba el tema de la migración. En ambas, se ajustaron los elencos y estructuras narrativas para responder mejor al público.
Ocampo también habló sobre el cambio en las formas de consumo.
Antes hacíamos telenovelas de 200 a 400 episodios, ahora la audiencia exige historias más ágiles. Hemos tenido que incorporar directores de cine, directores de fotografía, y hasta trabajar con formatos como los microdramas que vienen de Corea y que ya aterrizamos en México”.
Una de sus referencias más fuertes fue “Mirada de mujer”, una producción que —según dijo— “nos obligó a todos a repensarnos y a plantear nuevas formas de contar”.
Sobre su motivación personal, Rosy habló abiertamente de su familia y de una etapa difícil que vivió.
Mi esposo Santiago era brillante, hablaba perfecto. Pero un día dejó de hablar. Fue uno de los momentos más duros para mí. Yo tenía una gran oportunidad profesional y me sentía terrible. Pero él renunció a su trabajo para que yo pudiera volar. Me apoyó siempre. Fue un ejemplo de corresponsabilidad”.
La productora también compartió que uno de los textos que mejor sintetiza su visión es “Showrunning para el entretenimiento con impacto social”, publicado en la plataforma Instituto.com, un sitio que desarrolló junto a su pareja creativa y que está dirigido a creadores de contenido.
Finalmente, recordó su paso por producciones infantiles como “El diario de Daniela”, donde se abordó el maltrato infantil con el respaldo de la Unicef, y enfatizó la responsabilidad que implica trabajar con menores.
Creamos toda una infraestructura para protegerlos: había psicólogos en el set, los papás estaban presentes… Nunca se trató de forzar una situación. De ahí salieron talentos como Belinda, Alejandro Speitzer, Daniela Luján… y todos con gran cuidado”.
El homenaje a Rosy Ocampo se suma a los esfuerzos del GIFF por reconocer la labor de las mujeres en la televisión y el cine, en colaboración con la Asociación de Mujeres en el Cine y la Televisión.
