“¡Viva el Teatro! ¡Viva el Festival! ¡Viva Cervantes!”, dijo Juan Carrillo, director de escena después de la presentación de la puesta en escena “Numancia”escrita  Miguel de Cervantes Saavedra,  que se presentó en el Auditorio del Estado por la Compañía Nacional de Teatro como parte de la 44 edición del Festival Internacional Cervantino.
Esta obra renacentista del creador de Don Quijote esta basada en las guerras celtíberas a manos del poder romano. La puesta inicia con la llegada de un nuevo general a comandar las legiones enemigas. Éste decide ganar la guerra por asedio y construye un foso para no sacrificar más vida.
Tras los muros de Numancia la población trata de sobrellevar la guerra pero conforme pasa el tiempo algo asola a la ciudad, el hambre. Aquí vemos la cruda realizad que quizá recuerda a cualquier otro hecho bélico tanto actual como pasado. El hambre es para los más débiles el poder para el enemigo.
En el transcurso de la obra, en la que se destaca la escenografía, el vestuario y la iluminación vemos el intento por encontrar la paz, por buscar una estrategia para acabar con esta pesadilla pero todo parece en vano, después del hambre aparece algo más que grave que arrastra a los pobladores, la enfermedad.
Para esta obra el equipo de producción nos muestra a detalle lo que pasa en ambos lados del muro, por una parte los romanos cegados por su afán de victoria y por otro lado un pueblo que desiste de caer aunque se encuentra en sus límites.
Los diálogos son claros, concisos, fuertes y reales nos transportan a la época pero sin la necesidad de usar palabras ambiguas para que sea entendible para todo tipo de público, sin que se pierda por supuesto el alma literaria y descriptiva del escritor.
Resalta la música en vivo, y los coros de la escena final donde la muerte ha llegado a Numancia. Unos mueren por hambre, otros por enfermedad, los últimos deciden acabar con su vida trágicamente, se suicidan, se matan uno a otro antes de acabar en las manos del enemigo.
Nada queda para los romanos, no sería victoria para ellos si al menos tuvieran un alma que sea testigo de su ardua labor a favor de los suyos, pero a veces las palabras hieren más que los hechos.
Así de trágica es el final de Numancia, quizá este texto sea de los que más atestiguan sobre lo que vivió  Miguel de Cervantes Saavedra, pues como muchos saben también fue soldado.

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