León, Gto.- “En esta obra —el libro Derecho Cultural Mexicano— el autor ofrece un elemento clave en torno a la realización de las actividades culturales, y no simples eventos como suelen concebir los actuales gobiernos y, dicho sea de paso, algunos funcionarios y promotores culturales que no leen. Proponen hacer activaciones disfrazadas de eventos que solo sirven para la estadística, no para el ejercicio pleno de lo que marca la ley cultural”.
“Quienes insisten en dichos términos no parten de la inteligencia, la información ni la metodología a través de programas, proyectos y acciones eficaces que nos hagan pensar en lo que somos, pero también en lo que podemos ser”.
Los conceptos anteriores fueron expresados por Juan Carlos Porras y Manríquez, presidente del Seminario de Cultura Mexicana en León, durante la presentación del libro Derecho Cultural Mexicano, de Bismark Izquierdo Rodríguez, realizada en las oficinas del PRI Municipal.

La bienvenida estuvo a cargo del presidente del tricolor local, Tadeo Sánchez. En el presidium de honor participaron Mauro Lozano Zamarripa, Lohengrin Martínez Flores y el autor Bismark Izquierdo. El evento fue coordinado por Monserrat Gallardo Serrato, secretaria de Cultura e Identidad de la Fundación Colosio.
El valor del derecho a la cultura
Lozano Zamarripa habló del valor de la legislación en materia cultural: “Derecho a la cultura de todo mexicano”. Por su parte, Martínez Flores advirtió sobre el peligro de la masificación de la cultura, “que no es cultura”, como la presumen algunos gobernantes.
En otro punto, Porras y Manríquez subrayó:
Tenemos y debemos cambiar la cultura del poder por el poder de la cultura, donde quienes participamos en dicho entorno estemos al servicio de la cultura del país, con la representación de las diversas ramas y tendencias de las ciencias, las letras y las artes”.
Porras destacó que el libro Derecho Cultural Mexicano propone “expresar más en obras —hablo de labores concretas— que en buenas razones, pues al disociar este rubro de la sociedad, perdemos todo y todos; ya que, sin el sustento jurídico, no entramos al resguardo del aparato legal que nos permite tener un Estado de Derecho”.

Precisó además que la cultura define al ser humano como “un ser cultural por antonomasia”, aunque también recordó, citando a Terry Eagleton, que “somos parte de la naturaleza sobre la que ejercemos nuestro trabajo”.
Añadió que Izquierdo Rodríguez, en su libro, determina con claridad el marco legal de la cultura, así como las instituciones del ramo y el derecho humano a la misma.
Capacitar a funcionarios y profesionalizar el sector
Más adelante, el ponente observó: “Quienes ostentan cargos culturales no recalcan ciertos enunciados que propongo ahora: pensar, sentir y actuar”.
Habla del trabajo serio y honorable en pro de los ciudadanos, pero también de los artistas, maestros y promotores culturales. Se trata de ir codo a codo con todos los sectores pertinentes”. Refirió respecto al último punto.

En pocas palabras, dijo, se requiere profesionalizar el sector cultural para generar una vasta demanda en el ámbito.
Porras Manríquez puntualizó que los funcionarios deben:
- Realizar programas primordiales que transformen la realidad mediante una renovación cultural.
- Reconfigurar los planes de desarrollo cultural a partir de proyectos sustantivos.
- Identificar la meritocracia que permea la política cultural e incluir a maestros y promotores activos junto con padres de familia.
- Prefigurar un sistema de intercambio interno y externo que establezca una cultura para la paz y la convivencia.
- Promover una industria cultural y creativa (ICC) que genere bienestar colectivo.
Finalmente, condenó lo que llamó “la cajita feliz de la cultura”, aludiendo a la “macdonalización” de la cultura.
DMG
