León, Gto.- Lo que era un mundo inexplorado, una vista curiosa o incluso una reafirmación de lo que es la serigrafía, se develó este fin de semana en las instalaciones del Museo de Identidades Leonesas con el Curso de Serigrafía en León impartido por Francisco Teután Baraja.
Fue un solo taller organizado por el Instituto Cultural de León, que lo denominó “Habitar León desde la serigrafía”. Inició a las 11:30 de la mañana. Ya antes de esa hora maestro y alumnos se encontraban reunidos; antes de entrar en materia se realizó un recorrido por la exposición Habitar la Memoria, donde se vieron imágenes diversas sobre la riqueza arquitectónica de la zona centro de León.
Ese recorrido les sirvió para imaginar ese tesoro leonés, cuyas réplicas llevarían luego a la labor práctica de la serigrafía. Aunque el curso fue teórico-práctico y de una sola jornada, resultó espectacular y beneficioso para todos los asistentes.

El maestro Teután Baraja, egresado de Artes Plásticas y con experiencia en el ramo, sostuvo un intercambio de ideas y resolvió dudas de los participantes durante la jornada.
Luego mostró parte del equipo: el pulpo lineal y el pulpo de brazos (para varios colores). Habló de elementos como espátulas, bastidores, mallas de tela de nylon, racletas o raseros, emulsiones y tintas diversas, así como su aplicación.
De lo digital a lo impreso: los pasos prácticos
El maestro explicó a los alumnos en “Habitar León desde la serigrafía” el significado de cada uno de los materiales mencionados, sus ventajas y desventajas, e incluso algunos usos comerciales, posteriormente se repartieron bastidores con las imágenes ya listas para trabajar.
La tarea previa consistió en diseñar digitalmente para lograr el bastidor con su malla e imagen. El siguiente paso fue imprimir: se trabajó en tela, seleccionando la imagen del edificio de Correos para una bolsa, la cual se colocó en el pulpo lineal.

Se procedió a preparar la tinta, a la cual se le dio una rebajada con diluyente, aplicando ésta con la racleta o racero. Antes de extenderla sobre el bastidor, se colocó cinta canela para evitar derrames. Luego, con un pequeño pincel, se depositó la tinta adecuada. Finalmente, la racleta se pasó en dos ocasiones.
El milagro de la serigrafía
Gustosos, los alumnos vieron cómo aquellos marcos con imágenes “desconocidas”, presentaban en blanco y negro el edificio de Correos. Teután Baraja advirtió: “Es necesario hacerlo con cuidado para evitar que se mueva la imagen e inclusive se extienda a otras áreas del bastidor. Esto cambia la pureza de lo serigrafiado, entonces mucho ojo.”
Se realizaron más prácticas con otros bastidores. Los asistentes, felices, descubrieron que tal labor puede conducir tanto a la producción artística como a un trabajo remunerativo.

DMG
