Mauricio Ponce Montero es un virtuoso de la guitarra y analítico de la música, tema sobre el que reflexionó, señalando la diferencia entre la clásica y popular.
Ponce Montero lleva “la música en la sangre”, toda su familia se involucró en las bellas artes, su padre de profesión médico, pero apasionado de las letras escribió al menos una docena de obras. La familia Montero perteneció al grupo Bernal Jiménez, que promovía conciertos, teatro, tertulias literarias y obras de arte.
El guitarrista nació en 1947, hizo sus estudios primarios en el Constancia y Trabajo, ingresó a la Escuela Superior de Música Sagrada de León, donde estudió: piano, solfeo, armonía, apreciación musical, historia de la música y su educación secundaria y preparatoria.
Después estudió piano con el virtuoso alemán Gerhart Muench. Durante ocho años estudió en el Estudio de Arte Guitarrístico. Debutó ante el público como guitarrista clásico en 1969, siendo pionero en León.
Como docente impartió clases en la Escuela de Música de la UG y también fue director de ésta. Estuvo 25 años en la Casa de la Cultura y 19 en la Prepa de Álvaro Obregón. Actualmente está jubilado, pero permanece en acción con diversas actividades musicales.
La música culta es profunda, va al fondo del espíritu, se debe estar callado, escucharla con atención. Mientras la popular es para divertirse, allí se embriagan, gritan. Una sinfonía de autores como Beethoven, Mozart, Chopan, lleva a lo sublime, al gozo, a sentir el arte realizado con el pentagrama musical independientemente de instrumentos y voces”, explicó.
“En el arte, la emoción no es todo, pero sin emoción el arte no es nada”, destacó.
