León, Guanajuato. Con su trabajo de investigación “El rebozo de León. Recuento de una industria olvidada”, Alberto Ramón Robles Estrella comparte su pasión e interés por los textiles.
El ganador del Premio Nacional de Investigación del Forum Cultural Guanajuato 2020, realizó la presentación editorial de su proyecto en compañía de las investigadoras Amalia Ramírez y Marta Turok.
El evento se realizó en el marco del décimo tercer aniversario del Museo de Arte e Historia de Guanajuato (MAHG).
El capítulo “Tejiendo recuerdos. Relatos sobre la rebocería leonesa”, es para Marta, especialista en arte popular, un tesoro por la metodología que el autor utilizó para buscar en diferentes puntos de la ciudad a las personas que aún se dedican a este oficio.
Estos casi 14 años desde que yo conozco a Alberto, me han demostrado que estamos viendo el nacimiento de una nueva generación de investigadores, de gente con una pasión impresionante”, destacó.
La especialista en arte popular platicó que el final del libro es un deja vu una historia que se está repitiendo en la actualidad, pues ya no son talleres en los que se requieren de siete a 10 personas para hacer un rebozo sino que la tendencia es hacer estas prendas con más tiempo y que implique una mayor remuneración.
Por su parte, Amalia destacó que esta investigación cubre un vacío importante, por ser una obra bien hecha y útil para la consulta de quienes están interesados altos a la industria textilera.
Me gusta que Alberto mencione el término de industria rebocera porque en México actualmente, con todos estos términos y conceptos, que si el rebozo es artesanía o arte popular, tal parece que se ha descentrado este modelo de producción industrial en textiles mexicanos, pero que han sido relevantes”, compartió
La obra consta de seis capítulos: en el primero aborda un poco de la historia de los procesos de producción; en el capítulo dos, entra al rebozo de León durante el siglo 19; en el siguiente, habla de los talleres reboceros en el siglo 20; luego sobre el proceso del apiñado, donde había una distinción del género; en el quinto el ocaso de la rebocería en León; y por último las conclusiones.
Por último Alberto platicó que el rebozo de León y Uriangato va a un mercado específico que son las comunidades indígenas de Oaxaca y Guerrero, así como de algunas zonas de Veracruz, la Huasteca, Querétaro y el mismo Guanajuato.
Lo que pasó en León es lo que pasa actualmente en los centros reboceros de Guanajuato que ya se cuentan con los dedos de la mano, el costo del rebozo de Guanajuato permite a las comunidades indígenas seguirlo usando, pero si lo comparas con uno Tenancingo sí hay diferencias marcadas”, destacó el autor.
También mencionó que al inicio de su investigación creyó que la solución para recatar la industria del rebozo en León, era incluirlos en carteras, cubrebocas y otras piezas, pero al profundizar en la importancia de su proceso descubrió que Guanajuato tiene mercado, pero no hay jóvenes interesados en aprender el oficio.
Ojalá que este libro ponga puntos rojos en estos centros reboceros para que a través del Gobierno del Estado o algún programa los jóvenes lo valores y sepan que es un trabajo igual de valioso que ser abogado, ingeniero, y que los sigan fabricando”, señaló.
