Uno de los géneros más aclamados y esperados, regresó a la Sala Principal del Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña, para sorprender, emocionar y reflexionar con el público a través de una propuesta contemporánea de la ópera Don Giovanni, de Wolfgang A. Mozart.
¿Quién tiene la autoridad moral de condenar a Don Giovanni? Es el cuestionamiento que el director de escena y escenografía Paco Azorín comparte con este drama jocoso en dos actos con libreto en italiano de Lorenzo da Ponte, basado en la obra original El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de Tirso de Molina.
La primera de las tres funciones de esta coproducción con el Teatro Principal de Palma de Mallorca y el Instituto Estatal de la Cultura, agotó localidades siete días previos a su estreno y fue del agrado del público que respondió con una ovación de pie.
En esta producción, los personajes hicieron cómplices a los asistentes, pues no solo el escenario fue parte de la historia, también los pasillos entre butacas donde tuvieron un acercamiento para hacerlos parte de la historia.
A las 7 de la noche, el recinto iluminado en todo su esplendor comenzó a recibir a los asistentes, quienes en el lobby se tomaron la foto de recuerdo en los pequeños set alusivos a la producción operística que estaban a punto de presenciar.
A pesar de contar con el 50% de aforo y por lo tanto, con algunas butacas vacías para conservar la sana distancia, el recinto lució lleno de vida con el sótano ocupado por los músicos de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), con los ecos de las pláticas de quienes se reencontraron en este espacio artístico y cultural, con un escenario que prometía una noche singular.
Al anunciar la tercera llamada, el maestro Roberto Beltrán-Zavala, director musical, fue recibido por el primer aplauso de la noche y en cuanto sonaron las primeras notas musicales, un Mozart adulto, personificado por Juan Manuel Pérez Hernández, lucía los primeros guiños que anunciaban la contemporaneidad de la historia: jeans rotos y tenis blancos.
¿Por qué condenamos siempre lo que no comprendemos?, fue otra de las preguntas, y Paco Azorín, uno de los directores escénicos más respetados y calados en el mundo lírico español, “desempolvó” al Don Giovanni clásico y lo despojó de sus prendas para actualizarlo con un vestuario más moderno, diseñado por Ana Garay.
Una estructura móvil fue la base de las diferentes escenas girando en sentido de las manillas del reloj y que junto con el movimiento escénico a cargo de Carlos Martos de la Vega, de la iluminación de Pedro Yagüe y del diseño audiovisual de Pedro Chamizo jugaron un papel importante en cada una de éstas.
Acción y pasión desde el primer minuto de la ópera Don Giovanni
Como lo advirtió Carlos Martos, en una charla previa al estreno de la ópera, esta propuesta contemporánea estuvo llena de momentos de sorpresa, fuerza y acción desde el primer minuto.
Como Don Giovanni, el barítono mexicano Armando Piña, no solo cautivó a Doña Anna, interpretada por la soprano Sarah Traubel, una de las artistas vocales más fascinantes de Europa; a Doña Elvira, por la soprano Marcela Chacón o a Zerlina, por la leonesa Carolina Torres, también conquistó a cada uno de los ahí presentes por su porte, galanura y sobre todo por la voz que resonó en cada rincón del recinto.
Pistolas, lentes de sol, un sidecar, cámara instantánea y videos, fueron otros de los guiños que marcaron la temporalidad de la propuesta.
El joven tenor Leonardo Sánchez, en el papel de Don Ottavio y el bajo-barítono Rodrigo Urrutia como Leoporello también presentaron sus personajes desde la visión contemporánea, que al igual que el resto de los solistas exploran su interior y los arquetipos que se encuentran en la sociedad actual.
La soprano Carolina Torres mostró su madurez vocal y su lado sensual como Zerlina, que en la historia clásica se casa con el campesino Masetto interpretado por el bajo Esteban Baltazar, quienes en esta versión muestran un estilo rockero y hipster marcado en su vestuario.
Carolina derrochó sensualidad en su personaje, una faceta que no se había visto en sus anteriores participaciones y que seguramente enorgullece a sus coterráneos, quienes han seguido su trayectoria desde sus inicios en la Escuela de Música de León y también como integrante del Coro del Teatro del Bicentenario.
Sin duda, Rodrigo Urrutia, fue uno de los favoritos por ser el personaje que con su picardía, ingenio y humor, detonó los momentos de risa para los presentes.
Armando Piña, muestra en este drama, un personaje que se funde en el deseo carnal, de un Don Juan que juega y se divierte con sus víctimas, pero que a la vez refleja la condenada y el dolor de vivir sin encontrar el amor ni la paz.
Los solistas lograron conectar con el público de este siglo, pues a pesar que el género es preferido por los adultos, en esta ocasión se notó la presencia de jóvenes que buscan aprender, sentir y reflexionar a través de esta expresión artística.
Si algo define a Don Giovani es su inmensa libertad y capacidad para enfrentarse a los límites de la naturaleza que sean, de ahí otro de los cuestionamiento de la velada, ¿quiénes somos para condenar a Don Giovanni?, pues como escribe Paco Azorín en las notas de esta nueva puesta en escena: “La historia nos enseña que siempre ganan las razones de peso, frente a las razones de altura”.
Don Giovanni se transmitirá por TV
Para quienes no tuvieron la oportunidad de presenciar esta propuesta contemporánea de la ópera Don Giovanni, de Wolfgang A. Mozart, se transmitirá hoy por TV4 y por las redes sociales del teatro y del Forum.
Aprueba el público nueva versión de Don Giovanni
Comentarios positivos ante esta nueva propuesta se escucharon durante el intermedio y al término de la primera función de Don Giovanni, de Mozart.
En el sanitario de damas, destacaron los comentarios sobre las voces de los solistas, el vestuario, la acción y los elementos audiovisuales.
En el lobby, mientras tomaban una copa de vino o algunos bocadillos se intercambiaron opiniones sobre la visión contemporánea de la producción.
Entre los asistentes, el barítono José Adán Pérez, originario de Mazatlán, Sinaloa destacó el dinamismo de la ópera, el uso del multimedia y los actores extras que le dieron un dinamismo importante a la producción y las voces de grandes talentos que participaron en el escenario.
“Muy dinámica, una manera muy inteligente para captar la atención, en ocasiones de ahora como somos, que después de un minuto ya perdemos la noción de lo que estamos concentrados viendo y ese dinamismo es muy bueno para mantener la atención del público”, agregó.
Por su parte, para Luis fue su segunda experiencia en la ópera, la había visto en tele, había asistido a conciertos de arias, y de ésta esperaba un vestuario clásico, pero fue una sorpresa ver que estaba modernizada.
“Como no conocedor de ópera, pero de alguien que la disfruta, en general me pareció excelente y con cantantes de primera categoría”, comentó.
CEMP
