Después de festejar su 65 aniversario con una gira exitosa por España, Francia e Italia, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato regresó con fuerza a su casa para iniciar la segunda parte de su temporada de 2017.
Durante el primer semestre del año, la OSUG, bajo la dirección de Roberto Beltrán Zavala, confirmó su solvencia y experiencia, al interpretar la Quinta de Mahler, la Cuarta de Bruckner y la Séptima de Shostakovich, entre otras obras demandantes; por lo que decidió tomar un respiro y comenzar la segunda parte del 2017 con un programa titulado “Música para intoxicarse”, es decir, música más accesible y cantable.
Minutos después de las 8:30 de la noche del viernes pasado, en el Teatro Juárez, la OSUG abrió el concierto con “La marcha de los olvidados”, una miniatura compuesta por Juan Sebastián Castillo Contreras, estudiante del Departamento de Música de la Universidad de Guanajuato, quien se encontraba entre los asistentes.
En este poema sinfónico, inspirado en uno de los cuentos de Mario Cruz, “Dios bendiga a la gente solitaria”, el compositor hace un homenaje a todas las personas que, tras su fallecimiento, permanecen en el olvido. La pieza, que posee encanto, misterio y belleza, fue muy bien recibida por el público.
Justus, ‘in crescendo’
Tras esta introducción, el violinista mexicano Adrián Justus apareció en el escenario para interpretar el “Concierto para violín y orquesta”, de Piotr Ilich Tchaikovsky, cumbre del romanticismo ruso y una de las obras más populares y difíciles de tocar.
A pesar del virtuosismo requerido para la ejecución de este concierto, el solista invitado, que se ha presentado con orquestas de talla internacional, venció los obstáculos técnicos de la partitura y ofreció una versión sólida de la obra, que fue creciendo en emoción.
Luego de un inicio tibio, sobre todo en el desarrollo del primer movimiento, quizá la parte más complicada por las dobles cuerdas y arpegios, Justus ganó confianza en la cadenza y recapitulación, secciones en las que exhibió unos agudos brillantes y una agilidad asombrosa.
En la Canzonetta, el ganador del Premio Artista Internacional 2002 en Nueva York no dejó dudas sobre su alto nivel interpretativo, ya que no sólo desplegó un fraseo claro y sonido cálido, sino que logró expresar el carácter nostálgico del movimiento, al poner atención a los matices y entregarse a la melodía.
En el último movimiento, Justus se notó desenvuelto y ostentó una digitación rápida, un manejo seguro del arco, una riqueza tímbrica de su violín, así como un buen sentido del ritmo y una notable coordinación con la orquesta. En suma, el solista y la OSUG brindaron una lectura enérgica de esta música con fuerte influencia gitana.
Debido a que el público no paraba de aplaudir después del concierto, Justus volvió al escenario para obsequiar el “Capricho número 13”, conocido como “La risa del diablo”, de Paganini, pieza que sirvió para el lucimiento del artista.
‘El mes de Rachmaninov’
Para la segunda parte del recital, la OSUG interpretó una obra maestra del posromanticismo: la “Sinfonía número 2”, del compositor ruso Sergei Rachmaninov, a quien está dedicado este mes de conciertos.
En esta pieza, la orquesta reafirmó el nivel de excelencia alcanzado en los últimos años.
En primer lugar, las cuerdas se distinguieron por su sonido aterciopelado, mientras que los alientos destacaron por su fraseo, sobre todo en el Adagio; el resto de las secciones cumplió con dignidad en cada una de sus intervenciones.
Por su parte, el director fue serio y buscó siempre la claridad de sonido y emotividad. Un ejemplo de su interés por la transparencia fue la fuga del scherzo, en la que se escuchó cada una de las secciones; en tanto, su gusto por el amplio manejo de las dinámicas se evidenció en pasajes del tercer y cuarto movimientos, que concluyeron en clímax de gran intensidad. Por último, su preferencia por el equilibrio se reflejó en los tiempos, que no fueron dilatados ni apresurados.
Esta versión de la Segunda Sinfonía de Rachmaninov, apasionada y rica en texturas, dejó satisfechos a los asistentes, quienes, con aplausos efusivos, sellaron el regreso exitoso de la OSUG a nuestro estado.
