León, Guanajuato.- La gala de ópera por el cuarto aniversario del Teatro del Bicentenario será recordada por la interpretación magistral de los jóvenes y experimentados cantantes mexicanos Alan Pingarrón, Édgar Villalva, Grace Echauri y Carlos Sánchez.
Este concierto ofrecido el sábado 6 de diciembre de 2014 fue un éxito rotundo debido a la selección de algunas de las páginas más célebres de la ópera en la historia.
Sin embargo, los seis cantantes invitados al recital tuvieron un desempeño vocal desigual. Mención aparte merecieron el Coro y Orquesta del Teatro del Bicentenario y el Coro EnHarmonia Vocalis, todos bajo la dirección del joven maestro guanajuatense Iván López Reynoso.

De los seis solistas, el tenor mexicano Alan Pingarrón, invidente de nacimiento, se alzó como la estrella más brillante de la velada al ofrecer una cátedra de canto en sus dos arias.
El joven cantó con el corazón “Nessun dorma”, famosa aria de la ópera “Turandot” de Giacomo Puccini. Su interpretación logró conmover al público.
Pero no solo hubo sentimiento, sino también técnica en su presentación: su legato, crescendo y agudo final fueron impecables. Hay que mencionar que su timbre claro y brillante recordó al del famoso tenor italiano Luciano Pavarotti.
En “Forse la soglia attinse” de la ópera “Un baile de máscaras” de Giuseppe Verdi, el tenor se notó más cómodo en el aria que en el recitativo. También compensó la falta de dramatismo con lirismo, resolviendo con naturalidad los pasajes más difíciles de la partitura, incluyendo el Si bemol agudo.

También fue grato escuchar al barítono Carlos Sánchez en sus tres intervenciones. Primero en el dueto “Pronta io son” de la ópera “Don Pascual” de Gaetano Donizetti, en el que dominó el estilo bufo y exhibió una segura coloratura.
Su tesitura fue ideal para interpretar el papel del doctor Malatesta. En “Ah! per sempre io ti perdei” de la ópera “Los puritanos” de Vincenzo Bellini, el queretano mostró un fraseo elegante, un registro homogéneo y un buen fiato.
Únicamente en la famosa “Canción del toreador” de la ópera “Carmen” de Georges Bizet, se echaron de menos un color más oscuro y una mayor potencia.

Para cerrar el trío de voces masculinas, el tenor ligero michoacano Édgar Villalva se lució en la célebre aria “Ah! mes amis” de la ópera “La hija del regimiento” de Donizetti. De timbre cálido, alcanzó los nueve Do de pecho con firmeza y brillantez en la espectacular cabaletta.
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La mezzosoprano Grace Echauri demostró por qué es una de las cantantes más reconocidas en nuestro País. En su aria y dueto, sedujo a los asistentes con su presencia escénica y voz aterciopelada.
Con un buen sentido del ritmo y seguridad en el forte, encarnó a una sensual Carmen en la popular “Habanera” de Bizet. Mientras que desplegó un canto más elegante en la “Barcarola” de la ópera “Los cuentos de Hoffmann” de Jacques Offenbach.
La soprano Violeta Dávalos, originaria de la Ciudad de México, cautivó al público, a pesar de algunas limitaciones. Primero, en “Suicidio!” de la ópera “La Gioconda” de Amilcare Ponchielli, exhibió un vibrato excesivo y agudos estridentes, llegando al grito en el Si en forte. Además, sus graves no fueron consistentes ni su volumen fue generoso.
Luego, en “Regina coeli” de la ópera “Cavalleria rusticana” de Pietro Mascagni, faltó línea de canto y su voz fue opacada por el coro y la orquesta.

Finalmente, en la “Canción de la luna” de la ópera “Rusalka” de Antonín Dvorák, se extrañaron la dulzura y suavidad en las frases amplias. Asimismo, la cantante no alcanzó a colocar la nota La bemol en mezza forte con seguridad. Pero hay que reconocer que se le percibió más cómoda en el registro medio y que cantó con sentimiento.
Por último, la soprano Conchita Julián, asentada en León, hizo su mayor esfuerzo por brindar una buena interpretación. Sin embargo, en el dueto final del acto primero de la ópera Don Pascual, cantó un poco calante en las notas agudas. También exhibió un vibrato excesivo, por lo que su cabaletta resultó precipitada.
Asimismo, su voz no tuvo la suficiente potencia, por lo que fue opacada por la orquesta en varios momentos. En la famosa aria “O mio babbino caro” de la ópera “Gianni Schicchi” de Puccini, la línea de canto fue inconsistente. Además, Conchita fue incapaz de matizar y evitar el grito. Lo mismo ocurrió en la “Barcarola” de Offenbach.

El Coro del Teatro del Bicentenario y el Coro EnHarmonia Vocalis se unieron en este concierto. Pero pese a su potencia, al ensamble vocal le faltó un sonido más homogéneo, sobre todo en “Gloria all’Egitto” de la ópera “Aida” de Giuseppe Verdi.
Al frente de la Orquesta del Teatro del Bicentenario, la dirección del guanajuatense Iván López Reynoso resultó correcta, aunque un poco plana, salvo en la “Obertura” de “Don Pascual” y en el “Intermezzo” de “Cavalleria rusticana”. También faltó trabajar un poco el balance para no opacar las voces menos potentes con la orquesta y los coros.
No obstante, la música encantó al público, que aplaudió de pie a los cantantes al final de su interpretación del “Brindis” de la ópera “La traviata” de Verdi. Fueron tan cálidos los aplausos, que los músicos regresaron al escenario para cantar “Va, pensiero” de “Nabucco”, del mismo compositor, y el “Brindis” por segunda ocasión.
