CDMX.- Son unas 40 personas, la mayoría no ha comido en todo el día y ya son las 18 horas.

En esta semana, los que han tenido suerte han podido trabajar dos días. El resto, lleva de siete a 10 días sin trabajar.

Afuera de la terminal de autobuses de Observatorio, la precariedad laboral se suma ahora a otro problema: el Covid-19 que amenaza la salud de albañiles y obreros en situación de calle, no sólo por el riesgo de contraer la enfermedad, sino por el miedo de desnutrirse al no tener qué comer.

Sus condiciones laborales los obligan a dormir en la calle, afuera de la terminal, como publicó Reforma en enero.

Gerardo Santiago, uno de los obreros, explica su situación, mientras lee el periódico.

Sí, tengo miedo, pero yo con un día que trabaje o dos, aunque sea, para comer nada más, porque ya ni para eso alcanza.

Yo aquí estoy, exponiéndome a la enfermedad, pero sino quién me va a dar de comer, a mí no me gusta pedir dinero.

Entre las noticias, Gerardo busca una respuesta a la inquietud de él y del resto de obreros que, como él, ocupan la banqueta de refugio: ¿cuándo va a pasar la contingencia?

Espacio para conseguir trabajo

Durante años, en un acuerdo no verbal, el espacio ha reunido a obreros y empleadores. Es del dominio público que ahí se encuentra trabajo y mano de obra para labores de albañilería, plomería y jardinería.

Antes había mucho trabajo, pero de que empezó el nuevo Gobierno todo cayó.

Sin conocerlo ni cruzar palabra con él, Luis Enrique coincide con Gerardo.

Luis, desesperado porque no ha comido nada en todo el día, cuenta qué ha hecho con lo poco que ha conseguido.

Esta semana no trabajé ni un día, la semana pasada trabajé tres, lo (el dinero) de dos días lo mandé a mi familia, y el otro fue para mí, para comer. Este Gobierno decía que iba a haber más empleos, digo porque yo no voté por él, pero cuál cambio. Lo único que hemos visto es menos chamba.

Y la mayoría de los que yo conozco estamos así, no hemos comido.

Invento del Gobierno

Luis no cree en el coronavirus, en su opinión la enfermedad que ha matado a miles de personas en países europeos es un invento del Gobierno.

Y aunque son amigos, Manuel Hernández está seguro que el virus es real y expresa con su cubrebocas en la cara, el miedo a contagiarse de la enfermedad.

Manuel, con su cubrebocas lleno de manchas negras, expone su temor a quedarse sin alimentarse.

Protegerse, aunque sea un poco, tengo miedo de enfermarme, pero es más mi miedo a no comer.

Sus opiniones sobre el Covid-19 son opuestas, pero como a los otros 40 obreros que duermen en la calle, los une algo en común: la precariedad laboral que, antes de la enfermedad era su principal dificultad, pero ahora se volvió en una verdadera pesadilla.

En enero eran 150 las personas que dormían en la calle, el domingo eran unas 40.

Apena murió una señora, no supimos de qué.

JPRA

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