Celaya, Guanajuato.- En Innovatec, edificio del Tecnológico Nacional de Celaya (TecNM), se gesta un proyecto que transformará la experiencia de movilidad de millones de personas en el País.
Ahí, sin importar que sea día oficial de descanso, se encuentra Francisco Javier Pérez Pinal, investigador adscrito al Departamento de Ingeniería Electrónica del TecNM de Celaya, en su escritorio, frente a una computadora, pero rodeado de cables, componentes electrónicos e instrumentos de medición.
Decidió asistir a trabajar, pues está muy interesado en que, lo más pronto posible, se convierta en realidad Olinia: “el auto eléctrico compacto, pequeño, similar a algunos que se desarrollaron, por ejemplo, en la India, pero con desarrollo propio”, según lo dicho el 11 de octubre por la mandataria Claudia Sheinbaum Pardo.
En entrevista para AM, Pérez Pinal comenta que aún no puede hacer una descripción completa debido a un compromiso de confidencialidad con las autoridades federales responsables del proyecto en el que participa.
Sin embargo, a cuentagotas, revela algunos detalles de este trabajo conjunto entre la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, el Instituto Politécnico Nacional y el Tecnológico Nacional de México.
Vamos a colaborar en la construcción del módulo de baterías. En este laboratorio de electromovilidad lo vamos a hacer. El plan es tener listo el prototipo de nuestro rubro en agosto o septiembre del siguiente año”, expresó.
También mencionó que, bajo su coordinación, cooperarán tres investigadores, cinco estudiantes de doctorado y algunos estudiantes de licenciatura en la manufactura del módulo, el cual irá integrado al motor del vehículo eléctrico y tendrá el tamaño aproximado de una caja de 12 cartones de leche.
“Las baterías son importadas de China, pero el ensamblaje y el diseño del módulo lo vamos a hacer nosotros”, aclaró.
Cuando se le preguntó cuándo se contará con el automóvil completamente terminado, su respuesta fue: “Estará listo antes del Mundial”, porque, según Pérez, sería una magnífica oportunidad aprovechar la máxima justa del futbol a celebrarse en 2026 en México para dar a conocer al mundo el primer carro eléctrico de hechura nacional.
El vehículo, conforme con este académico, está pensado para ser conducido no en carretera, sino en ciudades pequeñas como Celaya. Tendrá un peso de no más de 450 kilogramos y espacio para dos pasajeros solamente. La velocidad máxima que desarrollará aún no se encuentra definida.
Será diseñado con una suspensión reforzada, “a prueba de baches”, para que resista las condiciones de las calles de México, y podrá conectarse al enchufe convencional de casa. La idea es que cuente con un precio accesible, inferior al del mercado, para que sea adquirido masivamente por los mexicanos.
Olinia, según el Gran Diccionario Náhuatl de la Universidad Nacional Autónoma de México, es un vocablo que significa “menearse”, expresión prehispánica que solía aplicarse, por ejemplo, al movimiento de un caballo.
Pérez Pinal reconoce que el módulo de baterías es un componente sensible, ya que puede explotar en caso de choques, por lo cual su equipo pondrá especial atención en el cumplimiento estricto de las normativas internacionales de seguridad en la manufactura de autos eléctricos.
Ahora les di la oportunidad a los chicos de irse a descansar, porque durante el próximo año no vamos a tener vacaciones ni de Semana Santa ni de julio, porque vamos a estar totalmente concentrados”, detalló Pérez respecto a la prospectiva de labores durante el proyecto.
A diferencia del resto de las instalaciones del campus, Innovatec está abierto las 24 horas del día, los 365 días del año. Los investigadores pueden incluso quedarse a dormir allí, tal como se acostumbra en cualquier universidad del extranjero.
El doctor Pérez recuerda que pudo haberse quedado a trabajar en McMaster University, una de las cuatro universidades más importantes de Canadá y de las 60 mejor clasificadas del mundo, pero eligió otra opción.
En 2013 ya tenía mi plaza como profesor allá, pero decidí regresar a México para retribuir algo de lo que se me había dado, porque toda mi educación fue pública aquí, desde la primaria a la universidad”, agregó.
Ahora, con Olinia, le ha llegado la oportunidad de demostrar que su elección no fue equivocada, en el sentido de evidenciar que en México es posible hacer desarrollos tecnológicos de relevancia mundial.
“Quiero que este laboratorio se encuentre entre los mejores de Hispanoamérica y, a lo mejor, se acerque a los niveles de los mejores del mundo”, especificó.
Este espíritu vanguardista lo refleja Francisco Javier no sólo en la ingeniería, sino también en su afición por las novelas modernas, así como las que han recibido el premio anual de la editorial Alfaguara, de las cuales ha leído todas desde que la condecoración fue renovada en 1998.
Y al preguntarle si le interesaban las novelas clásicas, de autores como Tolstoi o Dostoievski, dijo que no, “porque esa etapa ya la había pasado de joven”.
Originario de la Ciudad de México, Francisco J. Pérez Pinal llegó hace 10 años a Celaya y no se arrepiente, aunque sus colegas le digan que “vive en la ciudad más insegura del País”.
Hay mucho que aportar y, aunque haya problemas, creo que en esta ciudad cuenta más la gente buena y positiva”, concluyó con voz pausada y semblante optimista.
AAK
