León, Guanajuato. – A las 9 de la noche el cielo sobre la Velaria de la Feria de León se llenó de luces ambarinas, escarlata, hielo seco y gritos de emoción. En el escenario, Alejandro Sanz apareció con su característico andar pausado, sonrisa serena y un piano dispuesto a contar historias. Además de una banda, formada en su mayoría por mujeres.
Comenzaba así una noche que reunió a más de 8 mil almas en la Velaria de la Feria, dispuestas a cantar, llorar y recordar.
Tras un breve “intro”, los primeros acordes de “Desde cuándo” marcaron el arranque de un viaje por tres décadas de música.
En cada rincón, el público coreaba, grababa, suspiraba.
El español, vestido de forma desenfadada (gorra, chaleco, ad hoc a cada género ejecutado) devolvía miradas y gestos cómplices, confirmando que en León, su voz tiene casa.
Siguieron “La música no se toca” y “Por bandera”, tema en el que ondeó una enorme bandera mexicana que desató la euforia colectiva.
¡Esa bandera de León! ¡Vamos León, tú te quedas y yo voy!”, exclamó entre risas, provocando un rugido de miles de gargantas.
El piano volvió a ser protagonista con “Bésame”, uno de los momentos más emotivos de la noche.
“¿Cómo van? Buenas noches, aquí estamos de nuevo, León, se siente calorcito… he elegido canciones que creo que son importantes”, dijo Sanz, con ese tono de amigo que vuelve a saludar después de años. Tras su última visita en 2023.
El concierto fluyó entre clásicos y nuevas melodías: “Mi soledad y yo”, “El vino de tu boca”, y una versión con tintes de rap en la que uno de sus músicos encendió al público:
“¡León! ¿Dónde está la gente linda? ¡Lista para lo que sigue!”, gritó, mientras se proyectaban imágenes de los barrios de Cuba.
En el escenario, cada detalle contaba: las luces cálidas, la complicidad con su banda: Brigitte Sosa, Alfonso Pérez, Miron, Gisella, Judith, Karyna y Mike Cero— y los gestos de cariño entre ellos.
Una cartulina en el público resumía el sentimiento de la noche: “Y love the band”.
¡Les quiero presentar a la banda! León, que se oiga el rugido”, respondió el cantante antes de entonar “Quisiera ser”, uno de sus himnos más celebrados.
Sanz no necesitó grandes artificios: bastó su voz, un piano y la emoción contenida para llenar el espacio.
Treinta años de carrera lo confirman como un referente de la música hispana, con el poder de seguir conmoviendo sin perder autenticidad.
El tour “¿Y ahora qué?” es una reflexión sobre el paso del tiempo y la necesidad de reinventarse después de cada etapa. El título (que también da nombre a su nuevo álbum) funciona como una pregunta existencial, una pausa entre lo que fue y lo que viene.
Durante la primera hora, Sanz navegó entre la nostalgia y la renovación, mezclando sus grandes himnos con composiciones recientes que exploran nuevos ritmos y emociones.
La producción (de luces envolventes, pantallas visuales y arreglos precisos) acompañó una interpretación honesta de cada uno de estos pasajes emocionales.
LCCR
