Alejandro Camacho presentó en León la obra 'El Teatro del Terror'. Foto: Gerardo García

León, Guanajuato.- La penumbra del Teatro Manuel Doblado se convirtió en un personaje más la noche del sábado, cuando más de mil espectadores se reunieron para adentrarse en un viaje de suspenso, miedo y reflexión de la mano del primer actor Alejandro Camacho

Con dos funciones consecutivas (6 y 8 de la noche), el actor trajo a León el montaje “El Teatro del Terror”, una experiencia que convirtió al público en el verdadero villano de la historia.

Esta obra representó el regreso a la ciudad del histrión tras una larga ausencia. La escena comenzó con Camacho en un discurso continuo, ataviado con sobrios vestuarios y un monólogo físicamente demandante, que exigió cada fibra de su voz y su cuerpo. 

Sin más artificios que juegos de luces, hielo seco y música original, la producción jugó con la mente de los asistentes y los mantuvo al borde de sus asientos.

La obra, dirigida y adaptada por Eduardo Ruiz Saviñón y producida por Gabriel Varela, se nutre de dos joyas clásicas de la literatura de horror: “La declaración” de H.P. Lovecraft y “El corazón delator” de Edgar Allan Poe

Ambas narraciones exploran los rincones más oscuros de la mente humana, y Camacho, con su presencia imponente y voz profunda, les dio vida en un montaje minimalista que apostó por la sugestión y el peso de la palabra.

El escenario, casi desnudo, se llenó de tensión a través de silencios prolongados, miradas sostenidas y la ruptura de la cuarta pared. 

En esos momentos, Camacho encaró directamente a los asistentes, haciéndolos cómplices de la locura de sus personajes. El teatro se volvió un espejo incómodo: la culpa, la obsesión y la violencia no estaban solo en los relatos, sino en quienes los escuchaban con el corazón acelerado, el tic tac de un corazón que pedía ser descubierto, y una culpa que laceraba como rocas. 

Final siniestro y envolvente

Con un intermedio entre obras, Camacho dejó que los leoneses asimilaran las primeras escenas, para prepararlos para el desenlace, aún más envolvente y siniestro, como la culpa misma. 

“El Teatro del Terror” demostró que el miedo no siempre necesita de fantasmas ni de efectos espectaculares. A veces basta una voz, un silencio y una confesión que nos recuerde que lo más aterrador habita en la mente humana. Que los sonidos se apropian de la mente, que los suspiros son el verdugo más intenso, y que el demonio habita en todos los humanos, porque la dualidad del ser humano, viene intrínseca en la especie.

Al finalizar la segunda función, el público se puso de pie para ovacionar de manera prolongada al actor, quien agradeció visiblemente emocionado, llevándose los brazos al pecho, y dejó en descubierto, el esfuerzo de su actuación. 

Un fan incluso se acercó al escenario para entregarle un cuadro pintado con su rostro, gesto que selló la noche como una celebración no solo del teatro, sino del reencuentro entre Alejandro Camacho y los leoneses.

LCCR

 

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