León, Guanajuato.- Fueron más de dos horas de guitarras y baterías estruendosas, de clásicos que marcaron generaciones y de confesiones que tocaron fibras sensibles.
Una de las más emotivas vino de Xava, quien aquella noche sorprendió al público al compartir que acababa de recibir su primera quimioterapia y que estuvo a punto de no subir al escenario.

Al escucharlo, la gente se levantó de sus asientos, aplaudiendo de pie al cantante que, pese a la adversidad, regaló su voz y su entrega como siempre lo había hecho.

El concierto fue una catarsis compartida. Jorge Guevara habló de su reciente divorcio y desató los coros con temas de Elefante, mientras Kenny se robó reflectores al bajar al escenario con botas rockeras para bailar entre el público. El ambiente fue de hermandad, nostalgia y celebración, con un repertorio que incluyó himnos de Coda, Rostros Ocultos, La Ley, Elefante, Maná, El Tri y más.

Esa noche, Xava Drago demostró que el rock también es resistencia y valentía.
Su voz, marcada por la pasión y el amor a la música, quedó grabada en la memoria de los leoneses como su último encuentro con la ciudad. Hoy, tras su partida, aquel concierto se recuerda no sólo como una fiesta del rock, sino como un homenaje adelantado a un artista que enfrentó la enfermedad con la misma fuerza con la que cantaba: entregándose al público hasta el final.

