En la plaza cívica Miguel Hidalgo y en algunas calles del centro de Salamanca se pueden observar teléfonos públicos sin usar. Foto: Alejandro García Vizcaíno

Salamanca, Guanajuato.- En una plaza, en un mercado, en una esquina, perdidos en el paisaje urbano, los teléfonos públicos son ecos metálicos de un pasado que se desvanece. Son fantasmas de una era en la que marcar un número requería monedas, paciencia y una buena memoria.

En la plaza cívica Miguel Hidalgo y en algunas calles del centro de Salamanca se pueden observar teléfonos públicos, mismos que fueron modernizados y cambiaron las monedas por tarjeta como forma de pago, pero aún así, desde hace años ya son obsoletos.

En la plaza cívica Miguel Hidalgo y en algunas calles del centro de Salamanca se pueden observar teléfonos públicos sin usar. Foto: Alejandro García Vizcaíno

Esas carcasas deterioradas y vandalizadas que ya nadie toma en cuenta, en un tiempo fueron refugio para la comunicación de urgencia, fueron testigos de confesiones, llantos, amores a larga distancia o la típica llamada de “mamá, ya llegué”.

Los teléfonos públicos eran parte del paisaje urbano tanto como las bancas del parque, hoy, sin embargo, son estructuras a la intemperie, arrinconadas por el imparable avance de la tecnología.

La llegada masiva de los teléfonos móviles a partir del año 2000 cambió la forma de comunicación entre las personas. La portabilidad, los planes accesibles y las redes sociales relegaron a los teléfonos públicos al olvido. Ya no se escuchan las fichas caer ni el tono monocorde del auricular al levantarlo.

Los teléfonos públicos eran parte del paisaje urbano. Foto: Alejandro García Vizcaíno

Los pocos teléfonos públicos que no han sido retirados de las calles son vestigios de una pasada época de comunicación, aunque en ciertas comunidades rurales o en zonas donde la señal es escasa, aún cumplen su función: conectar a quienes no tienen otra forma de hacerlo.

El primer teléfono de monedas en el mundo

En 1889, William Gray inventó el primer teléfono de monedas, y con ello democratizó la comunicación en los espacios públicos. A México, los teléfonos públicos llegaron en los años 60 y el mayor auge se dio en la década de los 70 con la instalación de 1 millón de aparatos.

Hoy, esos teléfonos públicos con cables expuestos y carcasas melladas, son símbolos de otra época. Una época más lenta, una época donde para hablar con alguien había que salir a buscar una cabina, esperar turno y marcar cada dígito con el dedo índice.

Así, mientras la tecnología borra sus huellas, los teléfonos públicos nos siguen recordando que hubo un tiempo en que hablar con alguien era todo un ritual.

JRL 

 

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