En las mesas de negocios, en los consejos de administración y las charlas entre empresarios sale el tema de la astringencia económica. Parece que al principio del año falta circulante. Es un ciclo natural del cambio de sexenio, amplificado por el contraste con el gasto extraordinario que hubo el año pasado por la elección.
Reducir el déficit fiscal del 6% al 4% no es fácil. Es normal que los proyectos de inversión del nuevo gobierno tomen tiempo en comenzar, además el Banco de México sostiene una tasa de interés real muy alta. El dinero prefiere rendimientos estables de Cetes y otras inversiones seguras.
Por fortuna el Banco de México va a reducir las tasas en medio punto el próximo día 15 de mayo al ir del 9% al 8.5%. Si la inflación baja o se mantiene estable, a finales del año podrían llegar al 7%. Con el precio del dinero más barato y los bancos dispuestos a prestar, la economía podría resurgir en el tercer y cuarto trimestre.
Solo una disrupción mayor con las locuras de Donald Trump producirían una recesión profunda y prolongada. Sin embargo, lo más probable es que México se ajuste a lo que venga y pueda entrar en un T-MEC renovado. A Estados Unidos le conviene que mucha de la industria que hoy produce artículos económicos en China, pueda trasladarse a México.
La presidenta Claudia Sheinbaum perfila un acuerdo con Trump, donde el objetivo sea reducir el superávit que tiene México en la balanza comercial con EE.UU. Sería sencillo lograrlo si ponemos una gran barrera a los autos chinos, a las importaciones asiáticas de productos manufacturados y si se reduce el contrabando desde Asia.
Mucho ayudaría rescatar a Pemex y a sus proveedores, cuya producción sólo puede mejorar si encuentra el camino de la productividad y el pago de sus deudas. Desgraciadamente los proveedores de Pemex no tienen acceso a crédito, están apestados porque viven un infierno al que no muchos bancos y financieras quieren entrar.
El principal beneficiario de la reducción de tasas de interés es el propio Gobierno. La enorme deuda que tiene es con bonistas nacionales. El 82% de la deuda es interna, por eso no es tan espantosa como en otra época. Hay países que tienen deudas cuatro veces mayores -por habitante- que la nuestra como Japón o China. El problema de Japón y de México es su bajo crecimiento. China sigue creciendo por lo menos al 5% anual.
Frente a nosotros tenemos un fenómeno inédito: una inflación igual o inferior a la de EE.UU. Eso no lo habíamos vivido. México puede terminar con un 3.5% de inflación y en EE.UU depende de la locura de Trump. Si no llega a un acuerdo con China, su carestía podría llegar del 4% al 6%, suficiente para que los republicanos piensen en deshacerse de Trump.
Por cierto, en poco ayuda al país el enfrentamiento de la presidenta Sheinbaum con Ernesto Zedillo, el ex presidente menos vulnerable, el mejor que ha tenido México y quien sabe mucho de política económica. En Palacio se enfurecieron cuando Zedillo preguntó de qué tamaño era el “apoyo” del gobierno al ex presidente Andrés Manuel López Obrador. Ahora quieren investigar a Nilda Patricia Velasco, esposa del ex presidente por haber tenido presuntos nexos con narcotraficantes. Es un despropósito increíble. No vemos en que ayude eso al país.
