Nací en el Barrio de Santiago en Puebla de los Ángeles, heroica por aquel 5 de mayo. De entre muchos vecinos de las casonas cercanas, distinguíamos de entre unos a otros a quienes iban los domingos a la Parroquia del rumbo o al pan con Don Silviano o al chileatole de los martes. Allí frecuentemente iban los Mastretta, cuyos varones cursaban los estudios en nuestro mismo colegio de los jesuitas que estaba a escasas 5 “cuadras” rectangulares, de esas perfectamente trazadas y que permiten todavía hoy mirar de un lado a otro, la extensión de la ciudad. Allí donde los niños iban a escuelas de niños y las niñas a las de niñas.

Una de las Mastretta, Ángeles, estudió periodismo y más tarde escribió y muy bien, para hacerse famosa. Su segundo libro, “Mujeres de ojos grandes” (1990), está compuesto de treinta y siete viñetas y cada una narra la vida de mujeres que, como en “Arráncame la vida”, están fuera del tiempo presente, pues están ubicadas en la historia y al mismo tiempo, son mujeres que rompen con los cánones que la sociedad mexicana les impuso; son en realidad mujeres pioneras y aunque ficticias, parece que con toda seguridad existieron (eso dice mi mama), pero sobre las que nadie escribió y a las que nadie hizo caso. Las personajes de “Mujeres de ojos grandes”, son mujeres que de alguna forma tuvieron una vida singular sin que jamás hubieran sido objeto de la atención que se merecían.

Este libro está escrito desde la ciudad más conservadora del País y de allí, el arte de Maestretta para retratar a mujeres típicas que rompen los esquemas. Las tías en la obra, son una creación de la autora y se salen de todo lo establecido por el orden patriarcal. Sin sentirse culpables o crearse un sentimiento de culpabilidad alguno, las tías subvierten las convenciones sociales y llevan unas vidas llenas de emociones, sin un hombre a su lado muchas veces. Las tías rompen con lo establecido buscando su propia felicidad y van en contra de convenciones morales y sociales que las oprimen.

Las “mujeres de ojos grandes”, son las protagonistas de los treinta y cinco cuentos que aparecen en el libro, cuyas vidas transcurren en un nuestro Barrio poblano, entre los años 30 y 40. Para Mastretta, estas treinta y cinco mujeres eran una excepción a la regla y por tanto, para ella tienen algo de precursoras de un tipo de mujer moderna, activa y mucho más libre. Aunque cada uno de estos relatos pueden leerse de forma independiente y en el orden que a cada uno le apetezca, todos están unidos por un nexo común: devolverle las ganas de vivir a una niña que padece una enfermedad letal. Con esa intención, la madre de la chica (La Tía Jose Rivadeneira) cuenta a su hija la historia de sus treinta y cuatro tías (mujeres de ojos grandes), personajes principales de cada una de las historias incluidas en el libro.

Todas las mujeres que protagonizan cada uno de los cuentos que componen el libro, pertenecen a una sociedad tradicional en donde las mujeres sólo podían conversar sobre asuntos domésticos y estaba mal visto que expresaran su opinión sobre política, o simplemente que hablaran demasiado. De la casa a la iglesia de Santiago y poco más.  Casi todas están casadas o comprometidas con hombres típicos: vulgares, malhumorados, aficionados al discurso vano y a la política de salón, burócratas, oficinistas, funcionarios, representantes de la doble moral. Estas mujeres, de “ojos grandes”, consiguen rebelarse sobre las normas establecidas (y de la monotonía de sus maridos) y hacer lo que les apetece. Con un par de apuntes sencillos, Ángeles nos describe los rasgos fundamentales de cada una de sus heroínas. Son historias cortas, que se entienden bien.

Las anécdotas que sustentan la base de cada uno de los cuentos poblanos se antojan auténticas y veraces. Algunos finales son ingeniosos o divertidos, otros tristes pero coherentes. Pero, convence de este libro, la ternura tan entrañable que trasmiten cada una de las vidas de estas mujeres de ojos grandes. Ángeles, con prosa sencilla nos muestra el destino de todas aquellas mujeres, que han formado parte de su familia. Con una claridad reveladora nos muestra los eventos aparentemente cotidianos que marcan para siempre el destino de sus protagonistas.

Me dicen que este libro surgió cuando la hija de Ángeles, cayó en coma, y su madre, contemporánea del barrio de la mía, decidió contarle, en terapia intensiva, historias acerca de sus antepasadas, mujeres que habían sobrevivido, mujeres poblanas que habían entendido que valía la pena vivir y romper con los esquemas impuestos. En el Día Mundial de la Mujer, es un libro recomendable, lleno de aquellos deseos de libertad que alberga el corazón de cada ser humano.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *