Se dice que en las guerras la primera fatalidad es la verdad. Basta con ver cómo Rusia ha convencido a su pueblo de que invadir Ucrania es casi un acto humanitario, para rescatar de una gran conspiración nazi a población de ascendencia rusa. El hecho de que el Presidente de ese país sea judío en nada parece mermar el alcance de esa mentira. Pero incluso en tiempos de paz, la verdad recibe fortísimos embates de componendas que prosperan, particularmente cuando cuentan con el apoyo de medios de comunicación masiva. En EU, si bien 71% de los votantes cree que Biden ganó la elección de 2020, no lo creen dos tercios de quienes se identifican como republicanos, en buena parte gracias a que la cadena de televisión Fox News ha avalado “La Gran Mentira”.
A lo largo de la historia, la libertad de prensa ha sido la némesis de regímenes autocráticos cuya legitimidad deriva de propaganda efectiva. Por ello, en Rusia, Cuba, Venezuela o Nicaragua, no ha sobrevivido medio alguno que se atreva a criticar a regímenes que tienen creciente capacidad para reprimir, y para manipular información y sembrar farsas. En el caso de Rusia y Cuba, ésta es una destreza que exportan.
Rusia ha mostrado enorme pericia manipulando redes sociales con tropas de ++bots++ que buscan detectar temas que dividen a cada país, para clavar cuñas en las grietas que naturalmente existen en sociedades como las de EU o México. En algunos casos buscan su propio beneficio, como cuando fortalecieron al Partido Verde alemán sabiendo que éste exigiría el cierre de las plantas nucleares en ese país, dejando a Alemania a merced de la importación de gas ruso. Después de la invasión a Ucrania, el enorme error geopolítico, implícito en esa decisión, se volvió evidente.
El apoyo de Cuba fue esencial para permitir que la dictadura chavista erradicara a opositores y amordazara a disidentes. Chávez dividió el poder, empoderando a militares leales que se han adueñado de las operaciones de narcotráfico regionales (lo cual ahora vuelve intocable a Maduro, pues esos generales corren el riesgo de ser perseguidos internacionalmente como narcos, si éste cae); creando milicias armadas en barrios populares, como antídoto contra un posible golpe militar; y, por último, importando espías cubanos encargados de hacerse de información estratégica para controlar, extorsionar o someter a posibles adversarios.
En todo lo que aquí describo hay elementos que riman con la maniobra que AMLO y la 4T construyen. Sin duda, la narrativa electoral de 2018 tuvo la ayuda de asesores extranjeros y de ejércitos de ++bots++ mercenarios. En forma inocente, o quizá irresponsable, no ha habido un esfuerzo de comunicación formal, organizado y bien fondeado, para introducir datos reales al debate, para rebatir argumentos falaces, o para proponer una narrativa alternativa.
Por ello, no deja de parecer sospechoso que López Obrador haya decidido que el alto mando del Ejército y la Marina lo debía acompañar en su reciente viaje a Cuba. En otra época, hubiera sido descabellado dudar de la honestidad y de lealtad a México de nuestras Fuerzas Armadas. AMLO ha cometido un gravísimo error al presentarles la disyuntiva entre apoyar al Presidente o a la Constitución. Son ya demasiadas las “anécdotas” de enriquecimiento de oficiales que tienen a su alcance carretadas -literalmente- de dinero en efectivo que llega como pago turbio, y sin escrutinio, a obras públicas bajo supervisión castrense. El refrán que decía que “en arca abierta, el más justo peca”, parece ser extensivo a “justos” uniformados.
La combinación de militarización de aduanas, puertos y obra pública, con organizaciones criminales que crecen como la hiedra -mientras reciben abrazos- hace inevitable temer el contubernio de unos y otros, lo cual haría irreversible no sólo esta alianza, sino que también les hará demasiado tentador evitar el riesgo de que llegue a Palacio Nacional un Presidente que se proponga establecer contrapesos y Estado de derecho.
La evidencia en otras latitudes corrobora que México y nuestra democracia nunca han estado más en riesgo.
@jorgesuarezv
