La movilidad es una característica intrínseca de la humanidad y desde su origen el ser humano ha estado transitando y desplazándose en el afán de buscar sustento, trabajo, alguna oportunidad económica, estudiar o para estar cerca de sus familiares o seres queridos. Esas migraciones también han sido originadas para escapar de persecuciones, conflictos sociales o bélicos, malas condiciones de vida, terrorismo o violaciones a los derechos humanos, incluyendo las movilizaciones generadas por algún desastre natural o condiciones ambientales adversas.

A la fecha, es importante tomar en consideración esta realidad de la humanidad: la cantidad de personas que vive fuera de su país natal está en su máximo histórico, independientemente de su situación jurídica particular, la voluntariedad del desplazamiento y sus causas o la duración de la estancia.

En nuestro país, el tema de la migración es de alta complejidad y no puede ignorarse, pues el corredor migratorio México Estados Unidos es el más transitado a nivel mundial, siendo el último el principal destino migratorio en la actualidad. En este contexto, la atención a los temas de salud pública que giran alrededor de los migrantes, es importante tomar en consideración.

Los migrantes, refugiados y otras personas en condición de movilidad, tienen problemas de salud similares al resto de las poblaciones, aunque algunos en específico con aumento en su prevalencia, siendo los más frecuentes los accidentes, hipotermia, quemaduras, enfermedades gastrointestinales, eventos de origen cardiovascular, embarazo y complicaciones del mismo, así como enfermedades crónicas en descontrol (diabetes e hipertensión). Es importante considerar también algunas afectaciones específicas determinadas por el género, pues en el caso de las mujeres estas son más proclives a riesgos gineco-obstétricos y de salud sexual y reproductiva, problemas de atención al recién nacido y violencia. De igual manera, con una mayor generalización, los migrantes tienen riesgos asociados a problemas psicosociales, abuso de drogas y alcohol, malnutrución e incremento de su vulnerabilidad por actos violentos.

Los extremos de la edad (infantes y adultos mayores) son afectados por infecciones respiratorias y de origen gastrointestinal, derivados en su mayoría por condiciones paupérrimas de higiene. Así mismo, es importante tomar en consideración las enfermedades transmisibles que se asocian a estas condiciones salubres deficientes y pobreza que caracterizan a multitud de poblaciones migrantes, que incluyen entre otras, hepatitis, tuberculosis, sarampión, rubéola, virus de la inmunodeficiencia humana / SIDA, que son consecuencia de la falta de acceso a agua segura, servicios sanitarios adecuados o acceso oportuno a vacunas, antibióticos o profilácticos.

Ya sea por un carácter voluntario o no, las migraciones representan desafíos para individuos y comunidades con consecuencias económicas, sociales, políticas, culturales e incluso relacionadas con defensa y seguridad nacional y el aspecto sanitario no queda detrás y esta movilización debe ser considerada como un determinante por sí mismo de cada una de estas condiciones. Es por ello que el sistema de salud nacional debe estar preparado y ser capaz de entender la migración como un generador de cambio y necesidad de adaptación y establecer una mirada holística que englobe esas características complejas, interrelacionadas y su impacto en las condiciones sanitarias nacionales en conjunto con la visión global respecto a esta temática.

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