La pandemia nos da valiosas lecciones. Hoy entendemos que la normalidad es tan efímera como lo es la convivencia con seres queridos; hoy apreciamos más la libertad para ir y venir, viajar, ir a un restaurante o a eventos públicos. También sabemos que la pandemia trajo cambios que llegaron para quedarse, aunque la nueva realidad aún no es evidente. La confusión proviene de que, además, vivimos en los albores de la revolución tecnológica más trascendente en la historia, disruptiva aun en sectores que parecían inmunes.
La pandemia aceleró procesos que estaban en curso. Acentuó la “Amazonización” de canales comerciales que ya provocaban la quiebra de tiendas locales y de grandes cadenas, pues más gente descubrió la conveniencia de comprar en línea lo que antes adquiría en tiendas físicas; ha apuntalado la automatización y robotización de procesos productivos, pues hoy adquiere más valor la infalibilidad de líneas de producción no vulnerables a contagios virales.
La pandemia reconfirmó la tendencia hacia la regionalización de cadenas de abasto. Por años se privilegió desarrollar enorme escala y China fue el gran ganador concentrando manufacturas de muchos sectores, produciendo igual iPhones que juguetes o edulcorantes para bebidas. Al interrumpirse la producción de ciertos insumos, largas cadenas de producción se detuvieron. Incluso la escasez de chips semiconductores, principalmente chinos, ha detenido las líneas de producción de autos, computadoras y celulares.
En cuarentena gastamos más en bienes que en servicios, y se presentan cuellos de botella en la producción de un montón de cosas. Vemos largas líneas de grandes barcos en los puertos de EU. Si éstos no logran descargar, se agravará la escasez de contenedores necesarios para mover carga, e incluso la repentina falta de choferes capacitados para manejar tractocamiones.
No hay un mejor escenario que el actual para que México atraiga inversión internacional. Además de nuestra proximidad geográfica y de que hemos comprobado nuestra capacidad para producir con gran calidad, se vuelve invaluable la posibilidad de que lo que se produzca en México pueda transportarse a EU por tren, tráiler o barco. Ante el creciente conflicto entre EU y China y el acortamiento de cadenas de valor que ocurría incuso antes del Covid, innumerables industrias ya buscaban mover capacidad productiva de regreso a EU (reshoring) o cerca de EU (nearshoring). Ahora se ha vuelto urgente, además, invertir en capacidad redundante que reduzca la dependencia de un solo proveedor. Barry Lynn, fundador del Instituto de Mercados Abiertos, ha subrayado su “regla de cuatro”: no dejar que un solo proveedor origine más de 25% del abasto de insumos estratégicos. Enfrentamos una oportunidad histórica.
Pero nuestro gobierno insiste en ver para atrás y hacia adentro. Prefiere privilegiar absurdos como la “autosuficiencia”. En vez de insertarnos en cadenas de valor globales para acceder a la demanda de cientos de millones de consumidores, quiere controlar y subsidiar el abasto de productos básicos para clientelas electorales.
Ninguna medida cancela más la colosal oportunidad que poner en riesgo el abasto de electricidad. Nadie invertirá millones en capacidad productiva sin tener certeza de abasto ininterrumpido de energía eléctrica a costo razonable y, preferentemente, limpia. Si, además, estamos dispuestos a desconocer contratos y a violar acuerdos comerciales internacionales, nos volvemos intocables.
La historia de México es la de las oportunidades perdidas. En algún punto, dejaremos de estar en posibilidad de remontar la pobreza, ya no podremos detener el avance de organizaciones criminales y quedaremos marginados de los sectores y actividades que generarán la mayoría del progreso y la prosperidad en el mundo. Eso condenará a nuestros jóvenes a enfrentar una decisión brutal: elegir entre la informalidad para sobrevivir, aceptar empleos mal pagados, unirse a actividades criminales o migrar a países donde ellos y sus familias tengan al menos la posibilidad de un futuro digno.
¿Y si mejor viéramos hacia delante y para fuera?
