De la oposición hemos escuchado todas las críticas habidas y por haber al actual Gobierno, pero ningún partido nos dice qué quiere para el futuro. No hay un proyecto compartido en el Va X México. El único precandidato que aporta ideas y plantea una visión de futuro es Enrique de La Madrid. 

Ricardo Anaya aparece cada semana en breves videos haciendo notar las graves fallas del Presidente y su administración. Lo hace bien aunque aparece enojado, molesto como lo están la mayoría de sus seguidores. Además no participa en los medios. Su presencia en la vida política es limitada. Podría hacer mucho más. Cuando menos plantear ideas de esperanza. 

Margarita Zavala está ocupada en su distrito pero tampoco sabemos si participará activamente en el PAN o dedicará todo su tiempo al Congreso. En el PRD no vemos líderes jóvenes que puedan hacer la diferencia como lo hizo Samuel García en Nuevo León con Movimiento Ciudadano. 

Quienes seguimos a diario la política nacional no encontramos una visión o un proyecto concreto para el futuro desde la oposición. Los retos son enormes en la seguridad pública, la salud y la educación. En poco tiempo el Gobierno tendrá carencia de recursos si no hay una reforma fiscal y la inversión sigue a la baja.

La ONU publicó ayer un sombrío panorama por el cambio climático. Las consecuencias del calentamiento global destruyen pueblos igual en California que en Grecia y Turquía. Todos los países se preparan para lograr cero emisiones para 2050. Aquí no hay ninguna  meta. México puede aprovechar esa verdadera transformación hacia las energías limpias con todos los recursos que tenemos. Nuestra ubicación es perfecta por la latitud geográfica de los grandes espacios del norte para producir energía fotovoltaica o solar. Tenemos litio para las baterías que vienen y en múltiples zonas del país sopla el viento tanto que podemos producir electricidad a costos muy bajos. Además los aerogeneradores son hermosas esculturas de modernidad, en nada afectan al paisaje. 

Pero esa es sólo la parte tecnológica. Lo más importante es el cambio político, uno que de verdad ayude a que vivamos en paz, elimine la impunidad en todos los sectores y ayude a la economía a crecer a tasas que puedan sacar de la pobreza a la mayoría. ¿Hay fórmulas políticas para hacerlo o no tenemos remedio? Como dijo Winston Churchil: “Nunca, nunca, nunca debemos darnos por  vencidos”. 

La siembra de la esperanza es una tarea que debe comenzar desde hoy y no esperar hasta las campañas del 24. López Obrador tuvo el tesón y la consistencia de predicar durante años su visión de país. Conquistó 30 millones de votos y una posición que ningún presidente tuvo desde Carlos Salinas o la época fuerte del PRI en los setentas. Los frutos y las fallas de la 4T han sido el debate central del país. 

La narrativa mañanera domina todos los espacios. Llega el tiempo de crear la discusión sobre el futuro nuevamente. Por fortuna los temores de una reelección, de tomar el rumbo de Venezuela o un totalitarismo de izquierda tropical, quedaron en el pasado. En 2024 habrá elecciones y no reelección. Las instituciones, golpeadas y denostadas, permanecerán. Necesitamos, desde hoy, un proyecto nuevo de nación. Recuerdo que en el PRI decían: “Primero el proyecto y luego el candidato”. Nunca funcionó así pero no era mala idea. 

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