En el lenguaje de los jóvenes, la frase “Wey ya”, fue viralizada el año pasado en México y representa el hartazgo, el sufrimiento, el “ya no puedo más”, la forma de pedir descanso. El origen del meme viral es una joven que tiene cara de sufrimiento y surgió de la segunda temporada de la serie de Netflix, en donde Victoria Pedretti interpreta a Love Quinn, el nuevo amor de Joe Goldberg, un asesino en serie que justifica sus asesinatos supuestamente por “amor”. Se viralizó por representar el fastidio en plenitud.
Declaro ser uno más de los que ya está harto, fastidiado, de que todos los días, nuestro Presidente salga a escupir ofensas al prójimo, en medio de esta crisis económica y social. No lo encuentro en Gandhi ni en el Che. Las biografías de Juárez, el indígena ejemplo de la superación, la de Madero, el mártir de la democracia, la de Lázaro Cárdenas con su generoso don, de cobijar, tuvieron siquiera rasgos de aventar culpas o rencores a su alrededor, cuando vivieron tiempos de discordias y división. Aún en medio de liberales y conservadores, en sus escritos y vida, mostraron la capacidad de convocar a los bandos para construir un porvenir común. Ni en líderes de la izquierda histórica como Heberto Castillo o Cuauhtémoc Cárdenas he visto o escuchado o leído ese rencor. Ellos siempre convocaron a la construcción común, de un “hombre nuevo”.
Soy miembro de una generación del esfuerzo; un “baby boomer” resultado de las becas y del “trabajo y estudio”. Dediqué años de mi vida a la gran utopía de la organización popular lo mismo en el ejido que en los suburbios, encontrando que el pueblo es bueno y sabio, pero que también es colmilludo y conchudo como lo somos todos los seres humanos cuando recibimos algo de a gratis. Que es la edificación colectiva y la participación, la que logra milagros sacando agua de las piedras. Por eso, no creo en el populismo y afirmo que lo combatimos siempre desde la izquierda criticando las dádivas compra votos que por décadas nos endilgó el PRI.
AMLO nuestro presidente es el reflejo de la cultura mexicana. “Los demás tienen la culpa”. “Es el pasado el que nos ha provocado calamidades”. “Desde la conquista y en la guerra con Texas nos saquearon”. “Son las grandes corporaciones internacionales la culpa de nuestra pobreza”. Sí, hay culpa, es cierto, pero el resto depende de nosotros, de mirar hacia adelante, de cambiar la historia, de construir pese al pasado, un mejor futuro. Necesitamos esto transmitirlo a los niños y a los jóvenes. No serán las dádivas o las limosnas las que formarán un carácter y un porvenir. Es el esfuerzo y el trabajo honrado el que transforma y construye proyectos de vida.
Es esta manera de pensar y de ser de AMLO, la burlona de los demás, la que descalifica al adversario, la que ve en el éxito de los demás solo mal, la que no reconoce en su discurso los buenos logros de otros, la que ve en la riqueza, siempre corrupción y nunca esfuerzo legítimo de superación y hambre de creación, la que nos endilga a diario nuestro Presidente. Aparece su discurso del odio y del rencor de quien solo cree que la condición de pobre o de mimetizarnos en sus ideas, salva y todo lo que no es su movimiento, condena. ¿No podría convocar y unir al mismo tiempo que apretar, a quienes más tienen? ¿Sería imposible que escucháramos de su boca alguna vez las palabras “unión”, “concordia”, “esfuerzo” “productividad”, “futuro”, “porvenir”? ¿Tiene que ser todo el día “adversarios”, “neo liberales”, “minorías rapaces”, “el pasado”, “corrupción”?
Sí, estoy hasta la coronilla de que nuestro líder, el presidente AMLO en cualquier oportunidad y a todas horas y en cuanta oportunidad tenga, ofenda, descalifique y agreda a sus “adversarios”. ¿No lo elegimos para que fuera Presidente de todos? ¿No es el Jefe de Estado que ahora nos representa a ricos y pobres, a chairos y fifís? Esta semana entre todos sus ataques utilizando los recursos del Estado Mexicano, agrede al INE, ataca a sus enemigos y al mismo tiempo convoca a un “acuerdo” con los gobernadores para algo que él mismo no respeta: la equidad de la contienda. Por eso, con mi cara de fastidio como la de Victoria Pedretti: le dijo al Presidente: ‘¡Wey ya!”
*Consejero local del INE
