Lo que sucedió ayer en el Senado de la República no tiene antecedente en la vida democrática del país. Desde las épocas oscuras del PRI-dictadura, no habíamos visto el sometimiento descarado del Poder Legislativo al capricho de un autócrata.

En medio de la mayor crisis sanitaria y económica de nuestra historia, los representantes de Morena y sus aliados, legislan para otorgar amnistía a los presos que peligran en las cárceles por la epidemia.

Ante la solicitud de la oposición de abordar la catástrofe del empleo y la quiebra de miles de empresas, se negaron siquiera a discutir el tema. Amordazados, huyeron de su responsabilidad principal: velar por el bienestar de la Nación.

No era necesaria la sesión. El presidente Andrés Manuel López Obrador pudo decretar lo que ellos fueron, como borregos, a votar. Al no escuchar la voz de la oposición dieron la espalda al reclamo, al grito desesperado de millones de familias al punto de la hambruna.

La Coparmex, agrupación empresarial,  pide lo que cualquier partido de izquierda legisla en una catástrofe sanitaria y económica, lo que exigía el socialista Bernie Sanders en Estados Unidos, lo que hará en España el gobierno del Partido Socialista Obrero Español encabezado por Pedro Sánchez: garantizar un ingreso solidario a quienes perdieron su empleo y a los trabajadores informales que viven al día.

Seguro que los senadores de Morena, en su fuero interno sienten nauseas. Imposible que estén orgullosos de entorpecer la ayuda humanitaria a quienes votaron por ellos, a quienes pagan sus sueldos y prestaciones.

La perversidad de no escuchar al pueblo en estos momentos de angustia nos recuerda lo que le atribuían a María Antonieta, la esposa de Luis XVI. Cuando la reina preguntaba por qué su pueblo reclamaba en las plazas, una dama de compañía contestó:  no tienen harina para comer. Supuestamente la soberana respondió: “entonces, que coman pasteles”.

El Estado puede y debe usar las líneas de crédito con el Fondo Monetario Internacional para enfrentar la hambruna con un ingreso solidario inmediato durante el tiempo que dure el encierro. En otra época hubiera sido impensable que la Coparmex pidiera un pago directo del Gobierno al desempleado o al trabajador informal. Hoy todo cambió.

En la economía de los países desarrollados siempre se empuja con dos brazos. La derecha para producir y la izquierda para repartir. Una simplificación del trabajo de las dos corrientes predominantes en las democracias modernas. Si todo se dedica a la producción y a la formación de capital, se estanca el avance social; si un gobierno elige poner al frente siempre el  reparto sobre la productividad, el crecimiento se estanca en perjuicio de todos.

Son dos remos sincronizados en el péndulo de las elecciones. La izquierda y la derecha alternan porque cuando un modelo se agota, cuando un brazo se cansa, entra el otro para equilibrar el avance.

Lo terrible con el Gobierno de hoy es que desalienta la productividad, la inversión y el crecimiento; y ante la crisis humanitaria del desempleo no aparece el brazo izquierdo. Tenemos un gobierno manco de la izquierda y la derecha.

La Coparmex pide medidas sociales urgentes no sólo para preservar las empresas y los empleos, también para salvar a la Patria de las consecuencias funestas de rebeliones urbanas, del deterioro de la paz y la seguridad. El pueblo sabio les devolverá la afrenta en 2021. Ya veremos.

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