Los últimos cuatro años, los expertos en fraudes han enfocado su objetivo, o sea sus víctimas, al sector femenil. Lo hacen de distintas maneras, en distintos lugares y con varias formas de engancharlas. 

Se ha comprobado mediante estudios sociales de que la mujer constituye una fuerza emprendedora aún mejor que muchos hombres, con más eficiencia y entrega en los negocios que se proponen llevar a efecto y más ahora en que han tenido la urgente necesidad de trabajar para aportar recursos económicos al gasto familiar o bien, para subsistir por estar en situación de madres en soltería, en divorcio o separadas sin la aportación de los alimentos para sus hijos por quienes fueron sus padres. 

Esta necesidad ha hecho que las mujeres de distintas clases sociales se vean determinadas a buscar formas de obtener ingresos y en su mayoría se dedican al comercio o a la producción de objetos manuales o de confección doméstica, pero para ello necesitan acceder a créditos que las instituciones bancarias de acuerdo a sus políticas, no les pueden otorgar, por lo que terminan acudiendo a las llamadas Cajas Populares, Cajas de Ahorro y préstamo, Casas de Empeño, Cooperativas o se organizan en tandas familiares o vecinales.

Ante este panorama han surgido muchos prestamistas vivales, con empresas de membrete, con distintos nombres que ofrecen créditos o préstamos a la palabra exclusivamente para mujeres y con grupos de promotoras, seleccionan determinadas zonas en donde previo censo e investigación que realizan identifican a los núcleos de mujeres que laboran y que ya tienen preestablecido algún negocio familiar.

Es así que sus zonas preferidas son las de los mercados públicos populares, los tianguis, vendedores ambulantes de alimentos y bebidas, cocinas económicas, salones de belleza, mercerías, grupos de tejedoras y venta de estambres, tiendas de perfumes y productos de belleza, para ofertarles créditos “accesibles” bajo el amparo muy simple de su actividad y producción pequeña pero constante.

La estrategia que utilizan o el método aplicado consiste en formar grupos de cuatro, cinco o seis mujeres, en este aspecto varía, para otorgarles créditos por cinco mil, 10 mil o hasta 20 mil pesos por persona, destacando de entre el grupo a quienes ellos identifican como lideresa y solamente firman un pagaré. 

Hasta ahí todo pareciera normal y hasta cierto punto legal, pero luego viene la faceta tramposa y abusiva de este sistema, pues aunque el pago del crédito se pudiera realizar en 16 semanas de 400 pesos cada una, surgen dos problemas, porque si se toma en cuenta esta situación estarían cobrando un interés semanal del 3% y la lideresa realiza esa cobranza y la entrega en las oficinas.

Pero aparte de ello todas las mujeres del grupo firman un pagaré por el total del crédito sumado de las cinco integrantes, de tal manera que si obtuvieron cinco mil pesos del crédito, cada una responde por 25 mil pesos, y los problemas vienen cuando hay retrasos por alguna de las integrantes porque entonces todas responderán por ese adeudo.

Todas las transacciones y operaciones que realizan son en efectivo, de tal manera que no pagan ningún impuesto y la colocación de los montos iniciales se presta al “lavado de dinero” y cuando se termina cada periodo del crédito liquidado, se entrega el pagaré firmado para su destrucción, así como la tarjeta donde se aplican los abonos durante esas 16 semanas, así no queda ningún registro o huella de estos movimientos. 

Y para obtener nuevas operaciones o préstamos se vuelve a empezar con las mismas integrantes o con nuevas, pagando intereses usurarios de manera imperceptible que van más allá del 100% anual.

Parece que esta forma o modelo de explotación a las mujeres es una derivación de famosos fraudes con pirámides como aquellas que se denominaron “telares”, la “flor de la abundancia”, y otros.

Así como también las cadenas de créditos que anduvieron promoviendo grupos de colombianos, en la Ciudad de México en barrios como Tepito y La Lagunilla, realizando la cobranza mediante violencia.

Desafortunadamente en este tipo de hechos, del dominio público, no intervienen ni la Secretaría de Hacienda, ni el SAT, ni las Fiscalías Federal y Local, para prevenir a las posibles víctimas y las mujeres son presas fáciles de estos explotadores.

NOTA: En una semana hemos perdido a dos hombres ejemplares, hombres de letras, hombres de ideas: Miguel Barragán Torroella y Carlos Arturo Navarro Valtierra. Saludo a sus familias y descansen en paz nuestros queridos amigos.
 

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