A días de que inicien las campañas donde se definirá el futuro político del país para los próximos seis años; es común ver la desbandada de funcionarios públicos, muy especialmente los que fueron elegidos en las urnas. Solicitan licencia o renuncian para brincar a otra posición sin perder la sana costumbre de vivir del erario, pero eso si con honor, lealtad y sacrificio.

Los legisladores, están indisolublemente ligados al grado de identificación y respeto, de los intereses e ideales de aquellos a quienes representan. La marginación de los intereses ciudadanos y el reemplazo de éstos por los intereses particulares de sus representantes, conduce directa e inevitablemente a la injusticia social y económica, y a la desafección política de la ciudadanía.

Los representantes populares, no pueden hacer a un lado la obligación que tienen con la sociedad.

Dos diputados locales, Gloria Romero del PAN y Daniel Andrade del PES, solicitaron licencia ante el congreso del estado para separarse de sus cargos.

Ambos legisladores tenían una encomienda con sus institutos políticos, con sus militantes y finalmente no concluyeron ese compromiso.

Con tales acciones, no es de extrañarse que la ciudadanía muestre un hartazgo hacia la clase política, y muy especialmente con los diputados. El ciudadano ya se encuentra habituado a que los legisladores sean de convicciones sumamente flexibles, cada proceso electoral se presentan renuncias adelantadas y cambios de camiseta que sorprenden, en algunos casos, y otros no tanto.

Twitter: @David_Tenorio

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