Miles de afganos sobreviven con miedo y con la esperanza de la situación que vive su país por como los talibanes lo tienen. Las horas se hacen eternas en Afganistán esperando cualquier oportunidad para salir de la zona y ponerse a salvo. Muchos se esconden y prefieren no salir a las calles para evitar un conflicto desde que los combatientes tomaron el poder hace poco más de una semana.

Entre quienes se ocultan hay empleados del colapsado gobierno, activistas de la sociedad civil y mujeres. Están desesperados por recibir la noticia de que podrían obtener asilo en algún otro lugar.

Temen un enorme retroceso de los derechos de las mujeres o desconfían de las promesas talibanes de no buscar venganza contra antiguos adversarios y de formar un gobierno inclusivo cuando Estados Unidos ponga fin a su guerra de 20 años.

Una de las que se esconden es Mobina, una periodista de 39 años de Mazar-e-Sharif. Cuando los combatientes tomaron la ciudad, huyó con sus dos hijos y ha encontrado refugio en una casa segura en Kabul.

Nos preguntamos, “¿qué será lo próximo?”. Lloramos porque no se puede arreglar nada”, señaló Mobina.

En otro punto de la capital afgana, Mumtaz se esconde con su familia en su departamento. Su padre trabajaba para el gobierno y su hermano murió en un ataque con una granada en 2010 en la provincia de Laghman, donde el Talibán llevaba activo mucho tiempo. Trataton de llegar al aeropuerto de Kabul antes de que los insurgentes entrasen a la ciudad el 15 de agosto, pero se toparon con grandes multitudes, caos y disparos y regresaron a casa.

 

Afganos viven con miedo de quedarse

No han salido de la vivienda desde entonces. Los afganos viven con miedo de quedarse y su ansiedad aumentó cuando un vecino les avisó de que un grupo de hombres armados los buscaban. No siempre está claro si quienes llaman a la puerta o siembran el miedo son miembros del Talibán o delincuentes liberados de las prisiones durante su rápida ofensiva por el país.

No podemos salir. Solo le pedimos a nuestro vecino que nos traiga comida (…) Estamos realmente asustados”, señaló Mumtaz, de 26 años y quien recientemente se graduó en la facultad de derecho. Dice que ha perdido la noción del tiempo.

Mobina y Mumtaz hablaron a condición de ser identificados únicamente por su nombre por temor a represalias. Ambos dijeron que por ahora no han recibido amenazas directas de los talibanes.

Algunos dicen que al Talibán no le interesa regresar a la brutalidad que mostró en su anterior gobierno entre 1996 y 2001. En aquel entonces, negaron el derecho a la educación a mujeres y niñas, las borraron de la vida pública e impusieron brutales castigos como amputar la mano a los ladrones o ejecuciones en público.

Hoy, el grupo dependerá de la ayuda de donantes extranjeros para gestionar el país y podría tener un motivo para no alienar a la comunidad internacional.

 

Con información de AP

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