¡Que los cumplas feliz!

Tienen 363 días para planear un festejo. Estamos a un año del 74 aniversario del Club León y se tiene todo ese tiempo para pensar, planear y ejecutar un festejo a la altura de todos los buenos deseos que se le han manifestado al Club, su historia, jugadores, dirigentes y aficionados. 

73 años de vida, de muchos grandes capítulos, de otros tantos dolorosos; algunos obscuros y otros luminosos pero siempre con tu fiel afición.

Pero no podemos dejar de lado que una vez más el tiempo se comió a la directiva. Un cartel improvisado, un par de contenidos para redes sociales y una reducción en los precios de los boletos no es un festejo a la altura de 73 años  de historia de un club que suma siete títulos de liga.

No estoy hablando de extravagancias ni de despilfarros, pero sí de una buena idea, de una buena “fiesta”, de un evento pensado con tiempo para festejar y no un parche, al vapor que se arma en una semana y que no está a la altura de su afición. 

Una vez más el tiempo se los comió, los devoró y son más grandes las buenas intenciones, los buenos deseos que el festejo. La celebración no tiene que ser ensordecedora pero sí sentida. Al final del día el equipo León es el ícono de identidad más grande e importante no sólo de una afición sino de toda una ciudad. 

Habrá creyentes, simpatizantes y hasta convertidos en la fe por el León, pero también alcanza a los demás que viven en esta ciudad, que quieran o no, están representados directa o indirectamente por esta institución.

Dense el tiempo. Hagan un comité para los festejos del 74 aniversario: inviten a la ciudad, iniciativa privada, a las autoridades y exintegrantes del club, para que dentro de un año, el aniversario del León esté a la altura de tantos y tan buenos deseos y sentimientos que todos expresan tener. 

Venga señores, son más de 70 años de historia, no serán en este momento 100 pero pocos equipos llegan a tantos años y con tal arraigo. ¿No me digan, que ustedes, club y aficionados del León, no se merecen un verdadero festejo? 

Pero uno de verdad.

Instituciones como la de León venden más que sólo 90 minutos de futbol cada 8 días. Son instituciones que están llenas de valores. Son instrumentos de exaltación de la identidad. Pensemos en el León no sólo como un equipo de futbol, como un negocio, sino como lo que es: Uno de los hijos más destacados de esta tierra.

Sí, que no falten Caminos de Guanajuato; que no dejen de parecer los afiches; que sigan los buenos deseos en las Redes Sociales; los contenidos institucionales y las remembranzas. Pero que ahora sí se haga un festejo.

Tiene un año para hacerlo.

¡Qué los cumplan feliz!

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