Si un domingo alguien busca a Rafael Oñate, probablemente no lo encuentre. Él estará de camino a San Juan en bicicleta, rutina que repite desde hace tres años, pese a sus 70 años.
“Agarro mi bici y me voy. Hago cerca de seis horas en ida y vuelta, llego a la parroquia, visito, doy gracias a la Virgen porque me dejó llegar, desayuno y regreso”, asegura mientras parcha un llanta en su taller llamado “Las Quince Letras”, en la colonia Obrera.
La vida de “Rafa” siempre ha estado ligada a la bicicleta. Desde los 12 años que se animó a correr un vuelta “dominguera” con una bici a punto de romperse, hasta hoy.
“En mi juventud tuve la oportunidad de correr, había muchas carencias en mi casa, tanto así que sólo estudié hasta quinto de primaria, pero por enseñarme a trabajar la bicicleta mecánicamente le agarré gusto”, asegura.
Para él ahora ya no importa recordar que estuvo en preclasificación nacional para correr la Vuelta México.
“Me casé como a los 20 años y la vida me consumió, seguí ligado a la bici, pero sólo porque las arreglaba en mi taller que puse a los 17 años. Mis hijos, tres hombres y cuatro mujeres, saben de mi afición y la vivieron ya cuando regresé a correr a los 44 años”, comenta mientras siguen llegando bicicletas a su taller ubicado en la calle Michoacán.
Su regreso había sufrido varios cambios. Ya no participaba en la categoría Sub-23 o Elite; ahora estaba en Veteranos.
En su segundo aire arriba de la bicicleta practicando el deporte acumula cerca de 200 trofeos.
“Siempre mis hijas decían: ‘Ya traes otro’. Y se molestaban porque ellas eran las que hacían el quehacer y los limpiaban”, dice.
Su vida hoy sólo se rige por trabajo y tiempo libre, el cual ocupa en montar bici y estar con su familia.
“Llegué de Jalisco a los 10 años, y nunca pensé que terminaría en León con mi familia. Mis hijos ya me dicen que me baje (de la bice), pero no puedo y no quiero, es algo que estuvo conmigo toda la vida y que me bajaré hasta que muera”.
El taller está repleto de bicicletas. Se retrasa en el trabajo por la plática, pero rápido parcha dos llantas y sigue con agilidad.
Su gusto es tan arraigado que afuera de su casa está una camioneta modelo 2006 que no mueve y fue un regalo de su hijo para que dejara de andar en bici.
Rafa espera que no se descomponga por no usarla, ya que él preferirá mil veces pedalear para llegar a donde lo necesite.

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