Cuando estés en la capital de Tailandia, la cosmopolita Bangkok, aprovecha la cercanía para conocer Kanchanaburi,  fuente de inspiración de dos películas con gran contenido histórico: El puente sobre el río Kwai (1957), del británico David Lean; y Un largo viaje o “The railway man” (2013), del australiano Jonathan Teplitzky; y de una novela del francés Pierre Boulle (1952).  
Las tres reconstruyen uno de los episodios más negros de la Segunda Guerra Mundial: La construcción, ordenada por Japón,  de la línea del  llamado “Tren de la Muerte” para conectar Birmania con Tailandia.
Esta obra de 415 kilómetros entre montañas de piedra, selvas y ríos, costó la vida de casi 110 mil prisioneros.
Los japoneses querían garantizar los suministros de alimentos y armas a sus tropas sin riesgo de  ataques submarinos por el Estrecho de Malaca y el mar de Andamán.
En un año, de octubre de 1942 a octubre de 1943, entre 250 mil prisioneros de guerra asiáticos y  60 mil australianos, británicos, daneses y americanos, en jornadas de 20 horas diarias, sin herramienta adecuada, atacados por el cólera, la disentería, el hambre y el agotamiento, concluyeron la gran obra.
Una de las evidencias que reveló al mundo los crímenes de las fuerzas japonesas en la construcción del “Tren de la Muerte” ocurrió en Kanchanaburi, en donde toparon con la piedra más grande de la selva; hicieron un corte de  73 metros de largo por 25 de alto. A este tramo espectacular se le conoce como “El corte del infierno” o Hellfire Pass.
La historia consigna que “El corte del infierno” se hizo en seis  semanas durante las cuales 69 prisioneros fueron golpeados hasta la muerte.
El Hellfire Pass actualmente es una rotonda en memoria de las 110 mil víctimas del “Tren de la Muerte”. En troncos de árboles o adheridos a las paredes de roca, hay testimonios y ofrendas de familiares y fotografías de algunos prisioneros muertos en el sitio.
A unos pasos del Hellfire Pass está el museo con fotografías de los campos de concentración japoneses que muestran las condiciones infrahumanas en las que vivían las víctimas de la guerra. La exhibición es patrocinada por el gobierno de Australia.
En Kanchanaburi también el gobierno australiano construyó un cementerio para sepultar a sus muertos caídos en la línea del ferrocarril. Es un bello e impecable jardín, con lápidas y placas iguales pero con la breve historia de cada uno de ellos.
Norma, nuestra guía conocedora de la historia de su pueblo; y Suriya Sittichai, el eficaz asistente de la Oficina de Turismo de Tailandia en Los Ángeles, California, terminan la visita con una inclinación en señal de respeto a estos sitios sagrados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *