La Basílica de San Pedro, símbolo del cristianismo se preparara para una de las solemnidades más grandes de la Iglesia: La Festividad de San Pedro y San Pablo.
En esta celebración, el carismático Papa Francisco, quien se ha ganado el cariño de los fieles católicos por su humildad y sencillez, bendecirá e impondrá por primera vez el palio a 35 nuevos arzobispos metropolitanos.
Entre ellos están el de la Provincia del Bajío, Alfonso Cortés Contreras, y Monseñor Mario Aurelio Poli, el nuevo Arzobispo de Buenos Aires, Argentina, la ciudad natal del Pontífice.
En la Sede del Vaticano se informó que recibirán el palio tres arzobispos mexicanos, ya que junto con monseñor Cortés Contreras estarán también Fabio Martínez Castilla, arzobispo de Tuxtla Gutiérrez y Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey.
También lo harán tres argentinos, puesto que junto a monseñor Poli, sucesor del propio Papa Francisco, estarán los arzobispos de Mendoza, Carlos María Franzini y de la Diócesis de Resistencia, Ramón Alfredo Dus.
Los 35 nuevos arzobispos proceden de 20 países distintos.
Mientras tanto, como de costumbre, miles de peregrinos de todos los rincones del mundo, de todas las razas, acuden en verdaderos ríos humanos a visitar la Basílica de San Pedro, la más importante del mundo católico.
Entre todos ellos, ya se encuentran en Tierras Santa decenas de feligreses, representantes de las 125 parroquias que componen la Diócesis de León, para ser testigos de la historia: la bendición e imposición del Papa Francisco al segundo Arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras.
Los leoneses han tenido que hacer un viaje a través del océano Atlántico, de más de 13 mil kilómetros, volar a más de 11 mil metros de altura, durante más de 12 horas, para estar presentes en una de las ceremonias litúrgicas más importantes de la Iglesia católica.
El mismo sábado el grupo de leoneses que acompaña al Arzobispo Alfonso Cortés, tendrá el privilegio de una audiencia con el Papa, según el programa.
Modifican el rito
En 2012, el rito de la ceremonia de bendición e imposición del palio no se realizó durante la misa, como era tradición cada año después de la homilía del Papa, sino antes del principio de la celebración eucarística.
En la oficina para las ceremonias litúrgicas del Pontífice se explicó que “el rito sustancialmente no ha variado”.
Esta modificación, aprobada en su momento por el Papa Benedicto XVI, buscó abreviar la duración del rito.
Con ello se buscó evitar que la celebración eucarística se vea “interrumpida” por un rito excesivamente largo y propicie la confusión, ya que la imposición del palio no tiene carácter sacramental.
Por lo demás, se informó de los 35 nuevos arzobispos, solamente uno no estará presente en la ceremonia y recibirá el palio en su sede metropolitana. Se trata de Monseñor Francois Xavier Le Van Hong, Arzobispo de Huê, Vietnam.
Un símbolo de comunión
Cada año, los arzobispos nombrados en las sedes metropolitanas reciben del Papa el palio, una particular insignia litúrgica, signo de comunión con el Obispo de Roma.
Esta insignia consiste es una estrecha estola de lana blanca, adornada con seis cruces de seda negra que se lleva ceñida al cuello.
La bendición de los palios se lleva a cabo por el Papa en las primeras vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el próximo sábado 29 de junio. Posteriormente, se guardan en un cofre situado en la “Confesión” de la Basílica vaticana, junto a la tumba del Apóstol Pedro, para ser impuestos al día siguiente a los arzobispos.
El signo del palio expresa el principio fundamental de comunión entre el Colegio Episcopal al servicio de la Iglesia de Roma y de su Obispo y recuerda que esta comunión es orgánica y jerárquica.
Además, el rito del palio pone de relieve la catolicidad de la Iglesia, que ha sido enviada para anunciar el Evangelio a todas las naciones y para servir a la humanidad entera.
Grandeza simbólica
La Basílica de San Pedro, dedicada al fundador de la Iglesia católica, es imponente.
Corazón del estado Vaticano, es la Iglesia más amplia de todas en su interior.
Su cúpula tiene 44.5 metros de altura y se puede observar desde cualquier punto de Roma.
A poca distancia está el Castillo de San Ángelo, situado a la orilla del río Tíber y ahora convertido en un museo.
El castillo es casi tan antiguo como la fe católica, pues su construcción la inició el emperador Adriano en el año 135 de nuestra era.
El castillo fue mausoleo, cuartel y refugio del Papa Clemente VII durante el asedio y saqueo de Roma en 1527.
Luego de 18 siglos de símbolos e historias, fue convertido en museo en 1906.
