La historia oficial señala que el premio Nobel de Literatura Pablo Neruda murió a las 10:30 de la noche del 23 de septiembre de 1973 en la Clínica Santa María, de Santiago de Chile, a causa de un cáncer de próstata. Sin embargo, Manuel del Carmen Araya Osorio, el chofer chileno que trabajó a su servicio durante sus últimos meses, declaró en 2011 que murió envenenado mediante una inyección letal que le aplicaron en el estómago durante su convalecencia en la clínica, 12 días después del golpe de Estado que perpetró Augusto Pinochet.
Tras conocerse la declaración del chofer, el Partido Comunista de Chile presentó una querella para conocer la verdad sobre la muerte de quien tal vez fuera su militante más conocido.
Finalmente, los restos del poeta fueron exhumados el lunes 8 de abril en el balneario de Isla Negra, a la orilla del Pacífico, a 100 kilómetros de Santiago de Chile. Ahora, los primeros exámenes radiológicos y de tejidos orgánicos entregados al juez Mario Carroza, a cargo de la investigación, confirman que Neruda padecía cáncer de próstata avanzado y con metástasis. Pero ese primer estudio no descarta la posibilidad de que Neruda fuese envenenado.
“No es noticia que Neruda tenía cáncer, es lógico que las radiografías de los restos óseos así lo manifiesten”, indicó al diario chileno La Tercera el abogado querellante del Partido Comunista, Eduardo Contreras.
Contreras señala que el informe que finalmente va a dilucidar si Neruda fue envenenado llegará desde los laboratorios de Carolina del Norte, en Estados Unidos, a donde se enviaron parte de los restos exhumados.
El director del Servicio Médico Legal chileno, Patricio Bustos, encargado de coordinar a los ocho peritos nacionales y cuatro extranjeros encargados de la exhumación, indicó en su día a este periódico, que en un primer momento los investigadores tratarían de aclarar si Neruda padecía cáncer cuando falleció. “Pero también intentaremos responder a las preguntas que nos realiza el magistrado Carroza: ¿La enfermedad es la única causa de muerte? ¿Intervino alguien a través de sustancias químicas, tóxicas u otros elementos? Y para eso están trabajando toxicólogos, genetistas, bioquímicos y médicos”, indicó Bustos.
El golpe de Estado contra Salvador Allende se produjo el 11 de septiembre de 1973. Tres días después, el poeta terminaba sus memorias “Confieso que he vivido”, donde señaló: “Escribo estas rápidas líneas de mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte a mi gran compañero el presidente Allende”.
El 19 de septiembre, ocho días después del golpe, Neruda ingresaba en la clínica para morir cuatro días más tarde, el 23 de septiembre.
“Después del 11 de septiembre, el poeta iba a exiliarse a México junto a su esposa Matilde. El plan era derrocar al tirano desde el extranjero en menos de tres meses. Le iba a pedir ayuda al mundo para echar a Pinochet. Pero antes de que tomara el avión, aprovechando que estaba ingresado en una clínica, le pusieron una inyección letal en el estómago”, indicó el chofer a este diario en diciembre de 2011.
Cuando se le preguntó por qué había tardado 38 años en denunciar el supuesto asesinato, Manuel del Carmen Araya Osorio respondió: “Durante todo este tiempo toqué mil puertas y nadie me quiso escuchar. Tras el retorno a la democracia, fui muchas veces al Partido Comunista de Chile. Pero nunca me hicieron caso. Lo único que quiero es que el mundo sepa que Neruda fue asesinado”, concluyó el chofer del poeta.
