Nuestra capacidad para hacer convivir y hacer coincidir el mundo en el que vivimos y el mundo que vive dentro de nosotros, depende en gran medida del diálogo que hemos establecido con nuestra cultura, entre lo que somos y lo que es, entre lo que sucede y lo que hacemos con eso que sucede. Este diálogo nos permite asumir una actitud frente a los hechos. Frente a los otros, frente a la vida misma, y finalmente frente a la enfermedad y frente a la muerte.
En la cultura en la que vivimos en occidente, las actitudes con las que nos enfrentamos al mundo y con las que nos permitimos tomar eso que sucede en nuestra existencia, desde tres modelos muy simples: la comedia, la tragedia y el drama.
Es Comedia cuando podemos reír con lo que sucede, cuando se busca un final feliz, cuando se encuentra la reflexión –de allí proviene el término- en la gracia de las situaciones. La comedia, es reír.
Es Tragedia cuando lo que llega, llega para hacernos sufrir, para mirar el lado oscuro de las situaciones, es tragedia cuando, seriamente, nos ponemos a pensar.
Y esta clasificación termina con el Drama. Es la convivencia de los dos pensamientos. Caminar entre el humor y la seriedad pasando por todas las emociones y todos los sentimientos humanos.
Jean de la Bruyere decía que “La vida es una comedia para los que piensan y una tragedia para los que sienten.” Y pocos autores han definido en una frase tan corta la existencia de esta dualidad de perspectiva en nuestras vidas. Las grandes diferencias entre la experiencia que supone vivir para unos y para otros, no provienen de lo que viven. Proviene de cómo lo toman. No somos dueños de lo que sucede en el mundo. Somos dueños, acaso, de cómo tomamos eso que llega.
Estoy en Tijuana. He visitado a mi Madre que pasa por un cáncer complicado, y desde esas dos complicaciones escribo este día. Mi madre no contaba con el cáncer en esta etapa de su vida. Y con toda seguridad, el cáncer no contaba con una huésped como mi Madre.
Todos pensamos en el cáncer, y pensamos en la muerte. Miramos el reloj pensando cuánto nos queda de vida.
Visitar a mi Madre siempre ha sido una experiencia cercana a la psicodelia. No hay una pared en esta casa que no esté adornada con algo que a primera vista, por poco desconcierta: lo mismo conviven las fotografías de Martin Luther King o de JFK o de Gandhi, que motivos egipcios, o fotos de ella trepada en una montaña, el pasatiempo familiar. Quise contar y me perdí, hay mandalas en cada puerta, oraciones hindúes en todos lados, el refrigerador o el espejo del baño tienen pensamientos en sánscrito o en hebreo. Si, así es mi Madre. No paramos de reírnos desde que nos encontramos en el aeropuerto hasta 40 horas después. Para mi Madre la vida es y será siempre una Comedia.
Me quise poner serio. Encontré una respuesta súper simple. -El cáncer también es una comedia hijo. (Me explicó). Pero se parece más a la Divina Comedia.-
-Enterarte que tienes cáncer es vivir el viaje de Dante y de Virgilio en unos días. En unas semanas.- me dijo sonriendo -Es comenzar una Road Movie- es más, es la Divina Comedia en Película. Y si. Me sonó a mi Madre de siempre.
La Divina Comedia es sin lugar a dudas una de las más grandes obras del ingenio humano. Obra maestra de su época y de todos los tiempos. Lectura –supuestamente obligada- en la secundaria o en el bachillerato, las más de las veces, no leída por los alumnos, que cuando mucho, pueden identificar a su autor. Dante Alighieri.
La Divina Comedia presenta para quien la lee, todo el conocimiento y todas las creencias occidentales acumulados durante siglos, desde los antiguos griegos y romanos hasta el mundo medieval; fe, religión, moral y ética. Belleza y estándares, el ser y el deber ser, así como los conflictos del alama humana son presentados de frente, en un viaje que irá de la tierra al infierno, del infierno al purgatorio, y del purgatorio al paraíso.
Rica en lenguaje y llena de símbolos y frecuentes referencias a personajes históricos y de la antigua mitología, la Divina Comedia ha conquistado a los más grandes artistas en todas las épocas. Crearon ilustraciones sobre ella; Botticelli, Gustave Doré, Dalí, William Adolphe Bouguereau y Miquel Barceló.
-Todos los cancerosos comenzamos un viaje, pero no es un viaje hacia la muerte, ya no todos nos morimos de cáncer, ya no es una condena de muerte. Ahora empezamos un viaje: es el viaje de la conciencia. De pronto te das cuenta de que no te queda tanto tiempo como siempre creíste, como siempre diste por sentado- Primero viajas al Infierno, tus dudas, tu dolor, la mundana condición humana, tuya y de todos los que te rodean.
Es duro darte cuenta de que no eres el centro del mundo. Que tus hijos podrían tener un nuevo padre o una nueva madre. Que tu oficina podría tener un nuevo ocupante en solo unos días. Que la mano que tomas podría ser acariciada por otra solo un poco después de que te hayas ido. Nos aferramos a nuestros lugares del mundo en el que nos encontramos.
-Luego viajamos por el purgatorio: La duda, la indecisión y el arrepentimiento-
-Pero es Comedia hijo, y las comedias, todas tienen final feliz. Ya sea que comprendas, que no comprendas, que aceptes o que no aceptes. Todos buscamos el paraíso de nuestra felicidad, y el cáncer como la pobreza o como la riqueza, como la sabiduría o como la ignorancia, no es mas que una condición más para encontrarla. No para buscarla hijo. Para encontrarla-
Todos somos Dante. Todos somos Virgilio. Y cómo atinadamente comentó mi madre, todos somos Beatriz.
Desde la Comedia, y esperando que encuentren en sus días más comedia que drama: José Luis Ramos Ortigoza
