Ángeles Mastretta dijo una vez, en una presentación de un libro maravilloso que se llama “Arráncame la Vida” que ella quería escribir un libro de política, de historia, de críticas sociales y hasta de filosofía, pero que al final había escrito un libro de amor.  Con esta columna me pasó casi lo mismo. Creo que escribir de amor, es el reto máximo de cualquier persona a la que le guste escribir. ¿Cómo tomar las palabras sin caer en la cursilería? ¿cómo evitar el cliché? , ¿Cómo no hablar de amor en septiembre? Los días comienzan a hacerse cortos, las noches largas, las lunas claras, los fríos comienzan temprano y las noches se antojan como para andar acompañado.

¿De dónde viene el título de hoy? “El Amor, las Mujeres y la Muerte” es un libro que leí la primera vez que me había enamorado y que me había decepcionado. Era yo poco más que un niño, pero algunas cosas me quedaron claras cuando terminé de leerlo. El libro lo escribió el  filósofo alemán Arthur Shopenhauer, y es un libro hecho de recopilaciones, de ensayos, de pensamientos sueltos, de esencias de charlas y de ideas que a veces no terminaron. Pero es un libro magnifico. Deja el resabio de todos los sentimientos juntos cuando uno lo termina de leer.

Para Shopenhauer, ultimadamente, la única razón por la cual nos enamoramos es para poder continuar con la especie. Él cree que al buscar a una persona que nos agrade en carácter o en lo físico, no hacemos otra cosa, que permitir que el conjunto de las fuerzas de la naturaleza nos impulse a reproducirnos, a cuidar a nuestra descendencia y a cuidarnos a nosotros mismos. La primera propuesta del filósofo, es entonces entender el amor, como una necesidad evolutiva.

Para Shopenhauer el instinto es la fuente del amor. La naturaleza –escribe- es la fuerza más poderosa y desconocida en el hombre. Elige pareja o más bien, se hace la ilusión de que elige pareja, cuando solo está cumpliendo los deseos de la naturaleza –el instinto- que le llevan a procrear y a perpetuarse. Para él, los procesos inconscientes que se llevan al cabo en el interior del individuo, no son tan complejos como parecieran, como filósofo, encuentra la verdad del amor, en ser el poder de la naturaleza humana que logra anteponerse a la muerte, a través de la trascendencia de la especie.

Hay que entender una cosa importante antes de continuar; las verdades de los filósofos, como los imperios y como los ídolos antiguos, tienen normalmente los pies de barro. Terrible es el oficio de ser filósofo desde que comenzó la modernidad. Su trabajo en la mayor parte de los casos se ha limitado a justificar regímenes, a validar ideologías y a encontrar explicaciones que parezcan sensatas a los vaivenes morales de la sociedad en la que viven. Así le pasó a Shopenhauer en “El Amor, las Mujeres y la Muerte”.

Arthur Shopenhauer tuvo la difícil tarea de ser filósofo después de Kant, y el camino que encontró fue el de desarrollar un método certero para explicar el mundo. Desde esta certeza, desarrolló el criticismo como método filosófico, pero el criticismo tenía un solo final, eso lo entendemos después de 150 años de filosofía moderna: el criticismo nos lleva al pesimismo, y la mirada de Shopenhauer es una mirada pesimista sobre todo lo que sucede en el mundo.

“El Amor, las Mujeres y la Muerte” continúa con una serie de reflexiones sobre La Mujer, por supuesto que para nuestra época, la mayor parte de afirmaciones serían desde groseras hasta escandalosas. Para Shopenhauer la mujer tiene una inteligencia que no madura, y que es sustituida por astucia, una astucia recibida por la naturaleza para compensar la falta de ingenio. Honestamente, no hay mucho que rescatar sobre la crítica a las mujeres en toda la obra, pero tiene por momentos, elementos brillantes de crítica social, pues ofrece la explicación de la construcción social del género, un tema muy adelantado para su época. Shopenhauer propone que el carácter de la mujer, de la misma forma que el enamoramiento del hombre, están modelados por la naturaleza para mantener a la máquina social funcionando, y advierte, que si en algún momento estas se vieran amenazadas, de la misma forma, la sociedad se vería vulnerada.

Para finalizar el libro, se habla sobre La Muerte. Las tres palabras del título de la obra quedan emparentadas, son la glosa de la vida del hombre, son las tres cruces que ha de cargar a lo largo de su existencia. El amor le hará padecer porque la vida quiere que se perpetúe como especie. La mujer le hará padecer pues su naturaleza es mantenerse en conflicto productivo con el hombre, y la muerte le hará padecer por el temor constante de su llegada. Pesimismo puro.

Culmina explicando que el individuo es irrelevante, efímero. Los individuos mueren, pero la especie prevalece. Es la naturaleza la que hace que todo siga su curso, da vida, da muerte y da amor. Una frase memorable del libro, con la que podríamos quedarnos es que  “El oráculo de la Naturaleza se extiende a nosotros. Nuestra vida, nuestra muerte, no le conmueven y no debieran emocionarnos, porque nosotros también formamos parte de la Naturaleza”. Hace suspirar, y no de contento.

Hay muchos otros que hemos pensado así. Pero no de forma tan pesimista. Cuando me preguntan los chavos a los que les doy clases sobre el amor, normalmente contesto algo muy semejante: “El amor es un sentimiento antinatural, va en contra del bienestar propio, pues nos lleva a desear el bien del ser amado, aún a costa del propio” normalmente continúo explicando que es de esa manera que se explica que las madres se quiten el bocado para darlo a sus hijos, que los padres pasen privaciones y que las personas donemos un riñón a nuestros seres queridos. Amar es una calamidad, pero es la calamidad más maravillosa que hay sobre la tierra, pues si bien empobrece el bienestar del que ama, es en realidad un patrimonio para la sociedad. Permitió que nuestra manada de simios pasara de cientos a miles, y de miles a millones. Nuestra sociedad solo puede funcionar gracias a la familia, y la familia solo puede funcionar a través del amor.

¿Y es solo eso el amor? ¿Una herramienta social para mantener viva la estirpe? No mi querido lector, y para explicarlo, acudo a un poeta, porque solo el arte nos salva de algunas honduras. Escribió Pablo Neruda una frase demoledora sobre el amor y la muerte: “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”. ¿Por qué es demoledora? Porque es de manera contundente, cierta en cada una de las afirmaciones que propone. Me explico: Hay tres cosas seguras en la vida del hombre: Va a morir, va a sufrir, y va a equivocarse. De la muerte, aún no puede librarse. Pero de las otras dos, sólo el amor lo puede salvar, porque la irreductible verdad que nos proporciona navegar en las aguas del amor, la vida y la muerte, es que el amor salva. Eso ya es motivo suficiente para amar, y en la medida de lo posible, enamorarse.

¿Por qué escribir de amor? Por un tema sencillo pero preocupante, platico con mucha gente todos los días, y he notado enormes expectativas sobre el amor de casi todas las personas que conozco. Ya sea porque han estado expuestos a mucho porno o a mucho romance, o porque el exceso de cine y televisión ha afectado las expectativas románticas de las personas, todo mundo tiene una expectativa enorme. Quieren amores extraordinarios, siendo, francamente, bastante ordinarios. El problema es que la exposición a los medios no altera las capacidades, solo altera las expectativas.

El amor es como el mundo y cómo la vida. Solo puede ser entendido desde nuestros alcances y nuestras posibilidades, desde nuestro faro o desde nuestra oscuridad. Solo entendemos el amor desde quienes somos y desde quienes fuimos. Por ello, hoy las personas entendemos el amor como en las telenovelas, o como en las series de narcos. Sexo, pasión, enredos y traiciones. ¿Y lo demás? ¿Lo importante? No nadie está listo para lo importante. Nadie se detiene a reflexionar, ni un poquito, sobre el amor. Nadie entiende hoy, por ejemplo, que querer a alguien comienza por respetarle.

Si cada vez que decimos en voz alta “Te Amo” dijéramos en voz baja “-Y te respeto-” el amor sería inagotable fuente y no perniciosa cadena. Para amar hay que respetar. Quien quiera aprender a amar, que aprenda a respetar primero.

Pero hay otro libro, se llama “El Amor, Las Mujeres y la Vida” Del extraordinario poeta Mario Benedetti. Menos oscuro. Menos pesimista y de él hablaré en la próxima entrega.

Me despido con una frase hecha a la medida del tema:

“He buscado a través de lo físico, lo metafísico, lo delirante, … y vuelta a empezar. Y he hecho el descubrimiento más importante de mi carrera, el más importante de mi vida. Sólo en las misteriosas ecuaciones del amorpuede encontrarse alguna lógica”.

 

John Nash, premio Nóbel de Economía de 1994, retratado con gracia en la cinta ” Una mente brillante”.

 

Con amor: José Luis.

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