La justicia mexicana ha corregido esta semana dos fraudes de élite heredados de la labor de la Procuraduría General de la República –la fiscalía– durante el mandato del anterior presidente Felipe Calderón. El general Tomás Ángeles y el ex fiscal antidroga Noé Ramírez han sido puestos en libertad. Ambos habían sido encarcelados por estar a sueldo del crimen organizado, pero las acusaciones eran falsas. El principal testimonio aportado por la Procuraduría contra ellos fue el de un testigo protegido de nombre en clave Jennifer. Su nombre real: Roberto López Nájera. Es un abogado de Acapulco que supuestamente trabajó para el cártel de Sinaloa. Actualmente vive en un lugar desconocido de Estados Unidos. Y México se pregunta cómo la fiscalía se creyó sus mentiras, o por qué se las quiso creer, o incluso si puso de su parte para construir el embuste que acabó con Ángeles y Ramírez entre rejas.
Una fuente interna del caso contra el ex fiscal antidroga describe en trazos gruesos la personalidad de Jennifer. “Es seguro de sí mismo. Sagaz en las respuestas. Hábil”. También cuenta como ejemplo de la mendacidad del testigo un episodio del juicio: un careo por videoconferencia entre Ramírez y el acusador. Jennifer está en la Embajada de México en Washington. Ramírez está en una cárcel del estado de Nayarit. El ex fiscal se pone a desmontar una acusación de Jennifer, a saber: que había avisado a un narco de que había una operación para detenerlo. Ramírez dice que fue todo lo contrario: que su gente había encontrado una prueba clave contra este criminal al localizar cuatro cadáveres enterrados por los hombres del mafioso en un paraje llamado La Borrega. Ramírez habla en prisión detrás de una pantalla con perforaciones. Al parecer Jennifer no escucha bien lo que dice, y cuando se le pide que responda a la versión del ex fiscal, se refiere a La Borrega como un subordinado del narco en cuestión –“Qué te voy a decir yo de La Borrega, tú sabes qué participación tuvo en el asunto”–, le contesta a Ramírez. De acuerdo con la fuente consultada, Jennifer era capaz de agarrar un hilo suelto de información y convertirlo sobre la marcha en otra rama de su nido de falacias.
En la sentencia en la que se absuelve a Noé Ramírez se relata la versión falsa que tuvo al ex fiscal más de cuatro años en la cárcel después de ser arrestado en 2008. Jennifer dijo que él era el intermediario entre el narco Edgar Valdez Villarreal, ‘La Barbie’, y Ramírez. El testigo protegido afirmó que estuvo en reuniones en restaurantes en las que a Ramírez le entregaban el soborno mensual por el que, según la versión de Jennifer, el fiscal antidroga le pasaba información secreta a los criminales. Incluso dio detalles precisos de la escena: “Le entregaron en una bolsa grande de color negro con la leyenda Hugo Boss la cantidad de 450 mil dólares en efectivo, en billetes de cien”. Al final los datos del testigo se derrumbaron con las pruebas que presentó Ramírez. Por ejemplo: Jennifer dijo que el ex fiscal había recibido un pago el 10 de septiembre de 2007 a las tres de la tarde en un restaurante de México DF. Ramírez demostró con su pasaporte y con testigos presenciales que ese día a esa hora estaba en una reunión oficial en Las Vegas.
Jeniffer también vinculó al general Tomás Ángeles con Edgar Valdez Villarreal. Según explica el abogado de Ángeles, Ricardo Sánchez, ‘La Barbie’ le dijo en prisión a la propia fiscalía que él no conocía de nada al general. Finalmente la justicia no ha encontrado ninguna prueba del supuesto nexo de Ángeles con el crimen organizado. Sin embargo el general ha estado preso once meses. Ricardo Sánchez afirma que la fiscalía mexicana le dio tanto crédito a la información de Jeniffer como si se tratara de “un notario”. Él dice que la Procuraduría no se preocupó de corroborar la información: “La usaron sin escrúpulos”, dice el abogado del general.
Otro ex fiscal antidroga mexicano, Samuel González, hoy profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostiene que la fiscalía instrumentalizó los testimonios de Jennifer. “No verificaban lo que decía porque usaban su información con fines políticos”, dice González. El encarcelamiento de Noé Ramírez fue la bandera de la Operación Limpieza, una iniciativa del Gobierno de Calderón ejecutada a través de la Procuraduría para erradicar a funcionarios vinculados al narco.
Trabaja ‘Jennifer’ ahora para DEA
En México el testigo estrella de la “Operación Limpieza” será investigado por la PGR porque un juez lo señaló de mentiroso y aleccionado, pero en Estados Unidos la DEA le ha dado empleo a “Jennifer” para participar en sus operaciones contra organizaciones como la de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
El procurador Jesús Murillo Karam dijo que el pasado jueves que está obligado a proceder contra dicho testigo colaborador en la investigación por fabricación de pruebas que será iniciada a solicitud del juez que absolvió al ex titular de la SEIDO Noé Ramírez Mandujano, el principal blanco de la “Operación Limpieza”.
A la PGR no le resultará fácil actuar contra este supuesto ex integrante de los Beltrán Leyva, porque ahora participa en operativos de las agencias estadounidenses.
“Jennifer” es el primer caso documentado de un testigo colaborador de la PGR cuya actuación, una vez en Estados Unidos, no se limita sólo a ratificar o rendir declaraciones ante autoridades mexicanas, a través de videoconferencias satelitales.
El año antepasado el supuesto ex colaborador de los hermanos Beltrán Leyva estuvo en Ecuador y se hizo pasar por un nacional de ese país, para gestionar la compra de diversos cargamentos de cocaína comprados por una célula del cártel de Sinaloa.
Un agente de la DEA que se infiltró a dicha organización, invitó al testigo colaborador a participar en la pesquisa contra Víctor Manuel Félix Félix “El Señor”, consuegro de “El Chapo”, de acuerdo con información del proceso de extradición de este último, que se dirime en tribunales mexicanos.
Luego de ser aceptado por los operadores de Guzmán en la Unión Americana, “Jennifer” voló con el agente estadounidense hasta Ecuador, donde debía fingir ser el socio e intermediario de este agente encubierto como delincuente.
El 4 de noviembre de 2010 un agente encubierto lo presentó en Guayaquil con los mexicanos Luis Roberto García Fierro y Jorge Guillermo González Cárdenas, con quienes “Jennifer” acordó el día, hora y medio de transporte en que le entregarían embarques de cocaína.
La investigación de la DEA le atribuye a “Jennifer” haber proporcionado los datos para asegurar un total de 4 mil 123 kilos de cocaína en Ecuador, entre noviembre de aquel año y marzo de 2011.
“Por algunos años trabajé para una organización dedicada al narcotráfico en México y durante ese tiempo yo trafiqué droga y manejaba grandes cantidades de dinero en bulto. Por tanto, estoy familiarizado en cómo operan las organizaciones dedicadas al narcotráfico y lavado de dinero… Yo he cooperado con la agencia estadounidense antidrogas desde 2008”, declaró el testigo colaborador, en julio del 2011, según el juicio de extradición.
“Jennifer” dice haber formado parte del grupo de los Beltrán Leyva hasta el 2008, cuando su hermano fue ejecutado por el narcotraficante Edgar Valdez Villarreal “La Barbie”, uno de los hombres cercanos al capo Arturo Beltrán “El Barbas”.
Su versión es que ante el temor de correr la misma suerte, huyó a Guatemala y meses después regresó al DF, para pedirle los beneficios de testigo protegido a la SEIDO y declarar contra funcionarios de esa Subprocuraduría, desencadenando la “Operación Limpieza”.
