León, Guanajuato.- Cuando se habla de alopecia, lo primero que viene a la mente son adultos.
Pero la caída del cabello también toca a adolescentes y estudiantes universitarios, etapas en las que la imagen tiene un peso enorme.
“En los jóvenes, la alopecia se vive con un nivel extra de presión social”, explicó la terapeuta ocupacional Gladys Samanda Fonseca.
En la escuela, la mirada de los compañeros puede ser dura; algunos adolescentes evitan deportes o actividades grupales para no exponerse.

En la universidad, la sensación de destacarse negativamente se repite, aunque no siempre refleje la realidad. Basta con que el joven lo perciba para que empiece a limitarse.
A esa edad, la identidad aún se está construyendo, y cualquier cambio en la apariencia puede sentirse como una amenaza. Fonseca subrayó que la inseguridad no es un capricho, sino una reacción natural en un entorno donde la estética se convierte en un criterio de pertenencia.
Su propuesta no es ocultar ni minimizar la alopecia, sino ofrecer herramientas para adaptarse.
Esto incluye entrenar la comunicación, reforzar la seguridad en situaciones sociales y generar espacios de confianza donde los jóvenes puedan compartir sus experiencias sin vergüenza. En sus talleres, cuando un estudiante habla del tema en voz alta, otros se animan, rompiendo el aislamiento.
La familia también juega un papel fundamental. Comentarios como “no te preocupes, ya crecerá” suelen invalidar la experiencia emocional del joven, que necesita apoyo real y comprensión.
Otro factor que complica la situación es el mundo digital. Redes sociales, filtros y fotografías constantes aumentan la presión sobre la apariencia.

La especialista insiste en que es clave enseñar a los jóvenes a navegar este entorno sin que se convierta en una fuente de inseguridad permanente.
Mirando al futuro, la terapeuta propone programas educativos que normalicen la diversidad estética desde la escuela y la universidad.
“Si desde temprano se acepta que existen distintos tipos de cuerpos, rostros y cabellos, los jóvenes con alopecia tendrán menos motivos para sentir vergüenza”, aseguró.
Para Gladys Samanda Fonseca, la alopecia en la juventud va más allá de lo médico: impacta la identidad, la presión social y la autoimagen.

Su mensaje es claro: acompañar, escuchar y brindar herramientas prácticas para que cada adolescente o estudiante siga adelante sin que la pérdida de cabello le robe oportunidades.
“La meta no es que todos encajen en un molde, sino que cada joven pueda reconocerse como suficiente tal y como es”, finalizó.
