“El poder no corrompe; el miedo corrompe…

quizás el miedo a perder el poder.

El cinismo es solo la coartada.”

George Bernard Shaw

 

Lo de Adán Augusto, el martes, no me sorprendió, pero sí me indignó. Cuando el reportero de TV Azteca, Gerardo Segura, lo cuestionó sobre sus presuntos vínculos con expedientes de la FGR, el coordinador de los senadores de Morena reaccionó con furia: lo interrumpió y le espetó, sin más, “No sea mentiroso”. Así, con esa frase seca que busca aplastar la duda y cerrar cualquier discusión incómoda.

Lo escuché y pensé: ¿en serio cree que basta con llamarle mentiroso a un periodista para que desaparezcan las preguntas? Adán se refugió en el argumento de que los expedientes son información reservada. Legalmente es cierto: mientras sean parte de una investigación, nadie debería tener acceso. Pero omite lo más obvio, lo que todos sabemos: en México las filtraciones existen, se publican y han tumbado versiones oficiales más sólidas que su improvisada defensa.

Ahí está el caso de Guacamaya Leaks. Documentos hackeados que revelaron nombres y vínculos, entre ellos el suyo y el de Hernán Bermúdez. Esa filtración no vino de rumores, ni de pláticas de pasillo, ¡sino de papeles del propio Estado! Entonces, ¿cómo puede Adán pedirnos que creamos en la reserva como garantía de inocencia, cuando la reserva ha sido perforada por la propia corrupción y negligencia del sistema? ¡Los documentos están ahí!

Me resulta insultante el doble juego: acusar a un reportero de mentir cuando lo único que hace es señalar lo que ya está presente en la esfera pública. El cinismo consiste en usar la legalidad como escudo mientras se ignora lo que ya se sabe por las grietas de esa misma legalidad. Y lo más grave es el método: descalificar al mensajero antes que dar una explicación convincente. Es un reflejo de poder del viejo régimen que tanto critican, pero imitan con harto placer neoliberal.

Yo no necesito que Adán me diga si un expediente es reservado o no. Sé que lo es. Lo que necesito es que responda a lo que ya se filtró, a lo que todos vimos. En este país, la verdad no suele salir de la transparencia institucional sino de las filtraciones, de los hackeos, de los documentos que se escapan a pesar del poder. Y mientras eso siga pasando, cualquier político que se escude en el “secreto” en vez de dar la cara, solo confirma la sospecha de que hay algo potente que esconder.

La verdad incómoda es esta: la transparencia en México nunca se ha regalado desde el poder, siempre se ha arrancado a pedazos. Y cuando un senador responde con insultos en lugar de pruebas, no nos demuestra inocencia, sino su miedo corrupto y cínico.

 

De Colofón

 

En Palacio Nacional corren rumores: que MC ya cocina una alianza con el PAN rumbo a 2027. Desde el partido naranja lo niegan y aseguran que competirán solos, pero el solo hecho de que Morena insista en repetir esa versión dice más de sus temores que de la realidad. En el oficialismo no soportan ver crecer a nadie fuera de su control, y MC, con sus claroscuros, ha logrado incomodar más de lo que quisieran admitir.

La estrategia es transparente: sembrar la duda, reducirlos al PRIAN, desacreditar su independencia. Pero al hacerlo, terminan dándoles oxígeno. MC no es mayoría, pero poco a poco ha ganado terreno en procesos recientes, lo suficiente para provocar nerviosismo en el poder guinda. Si el fantasma que desvela a Morena viste de naranja, es porque algo está haciendo bien.

 

@LuisCardenasMX

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