El comediante Ricardo O'Farrill abarrotó el Teatro Manuel Doblado con su show 'Cortocircuito'. Foto: Gerardo García

León,  Guanajuato.- El Teatro Manuel Doblado se rindió al humor irreverente de Ricardo O’Farrill, quien la noche del sábado se presentó con su stand up “Cortocircuito” ante más de mil asistentes que abarrotaron el recinto en un esperado sold out.

La velada arrancó a las 9:22 de la noche con un primer comediante que, entre burlas al racismo y clasismo, conectó con el público guanajuatense haciendo referencias directas a ciudades como Irapuato, Salamanca, Silao y, por supuesto, León. Las risas fueron la constante desde el arranque.

Después subió al escenario Raúl Muñoz, padre de cuatro hijas, quien desató carcajadas con su rutina sobre la calvicie, la paternidad y cómo la tecnología lo delata ante su familia. Con frases como: “Yo me fui por los cigarros hace muchos años y no regresé, y ahora todos viven conmigo, no mames”, se ganó aplausos y simpatía del público.

A las 9:44 de la noche apareció Ricardo O’Farrill, recibido con gritos y ovaciones. Desde el inicio dejó claro su estilo: “Gracias a mi neurosis me permite hacer comedia, porque los comediantes somos personas amargadas”. Entre aplausos y un cariñoso “¿Cómo está León? Los amo mucho, de verdad son los mejores fans del mundo, tal vez solo Britney Spears me gana”, el comediante abrió su show.

El eje central de “Cortocircuito” gira en torno a sus experiencias con las adicciones, el alcohol y la rehabilitación, temas que O’Farrill aborda con ironía, personajes en escena -como la cerveza, la mariguana, el hongo, la píldora y hasta la clásica “vive sin drogas”- y un ritmo que oscila entre la confesión personal y la carcajada colectiva.

“Sí me atasqué durísimo”, admitió entre risas, para luego rematar: “No es un show antidrogas ni anti sustancias; dróguense por mí porque yo no puedo”.

 

Su lado emotivo

Uno de los momentos más emotivos y divertidos llegó cuando recordó el apoyo de su madre durante su rehabilitación. Con una imitación de su voz, narró: “Siempre recordaré con mucho cariño cuando mi mamá se bajó del coche y le dijo a la directora: le traigo a mi hijo, es alcohólico”. La sala entera estalló de risa.

Con anécdotas que iban desde un episodio de convulsiones en la clínica -“como soy comediante, todos pensaban que estaba actuando hasta que me vieron morado”-, hasta sus obsesiones derivadas del TOC, O’Farrill convirtió sus vulnerabilidades en material cómico.

La terapia de grupo tiene mucho éxito porque siempre hay chismecito”, bromeó en medio de carcajadas, antes de cerrar con la ocurrencia de que en la clínica los internos mezclaban gel antibacterial con café descafeinado para inventar sus propios carajillos.

Con esta mezcla de honestidad brutal, humor negro y un estilo que conecta de inmediato, Ricardo O’Farrill dejó claro por qué “Cortocircuito” es uno de los shows más comentados del stand up nacional.

LCCR

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