María Elena Ortega Rosales, de 36 años, es bombera en Silao.. Foto: Cortesía Ma. Elena Ortega

León, Guanajuato.- Hace ocho años, María Elena Ortega Rosales recibió una segunda oportunidad de vida al someterse a un trasplante de riñón. Decidió aprovecharla para servir a los demás y se unió al Cuerpo de Bomberos de Silao.

En entrevista con AM, Elena, de 36 años, compartió que ser una persona trasplantada no le ha impedido desempeñarse como paramédica y bombera. Además, mantiene su tratamiento para evitar complicaciones en su salud.

“Estoy por terminar la licenciatura en Enfermería. Cuando tenemos un trasplante de riñón, los médicos nos indican los cuidados que debemos tener. En mi caso, los doctores, tanto el nefrólogo como el cirujano, han sido muy ‘barcos’ conmigo, porque me han permitido de todo, siempre y cuando me cuide”, explicó.

“Sé lo que tengo y a lo que me arriesgo si hago un mal movimiento o cargo cosas pesadas. Son cosas que se nos prohíben, y en el ámbito laboral nos dicen que no podemos tener contacto con ciertas sustancias ni estar en lugares no aptos para personas trasplantadas”, mencionó.

Desde 2021 se unió al cuerpo de Bomberos./Foto: Cortesía Ma. Elena Ortega

Recordó que en 2021 se unió al Cuerpo de Bomberos de Silao tras concluir la preparatoria abierta, pues su sueño siempre fue ayudar a los demás desde una institución.

“Atiendo todo tipo de servicios. Si no voy como paramédica, voy como bombera: hago rescates y ayudo en incendios en casas habitación. Obviamente, los compañeros hombres tratan de cuidar a la mujer en actividades más arduas.

“Siempre fue mi sueño servir a los demás, porque veía cómo quienes trabajan en estas instituciones se arriesgan sin importarles hacerlo por ayudar a otros. Eso me inspiraba. Y en este caso, si se me dio una segunda oportunidad de vida, ¿por qué no aprovecharla sirviendo a una comunidad?”, expresó.

Elena debe tener cuidados especiales debido a su trasplante./Foto: Cortesía Ma. Elena Ortega

Antes de enfermar, Elena jugaba futbol, iba al gimnasio y andaba en bicicleta. Su vida era muy activa, y el trasplante cambió radicalmente su rutina: tuvo que dejar actividades que le apasionaban.

“El mayor miedo es saber si podrás seguir haciendo esas cosas. Pensé que, por mi trasplante, no debía limitarme a hacer lo que me gusta. Al año de recibir el riñón retomé el futbol. También me gustan mucho los tatuajes, y continué tatuándome con todos los cuidados necesarios.

“En mi labor como bombera, cargar a una persona implica un peso mayor al propio. El simple hecho de portar el uniforme para la atención de incendios también es un peso adicional. Es un reto todo lo que implica la preparación como bombero, pero todo está en la mente y en no rendirse”, reconoció.

Suele acudir a incendios, pero no puede cargar cosas pesadas debido a su condición de trasplante./Foto: Ma. Elena Ortega

Finalmente, dijo que haber recibido este riñón es un gran regalo de vida que valora todos los días, pues la enfermedad transformó su vida y la de su familia.

“Para mí ha sido muy satisfactorio, porque a partir de mi trasplante es cuando empecé a recibir más bendiciones y cuando más he crecido profesional y personalmente. Esto llegó para transformarme”, concluyó.

Suma Guanajuato 101 donadores

Al 23 de agosto del presente año, Guanajuato suma 101 donadores, gracias a quienes se ha logrado la procuración de 240 órganos y tejidos.

Así lo informó Rodrigo López Falcony, director del Centro Estatal de Trasplantes (CETRA), quien detalló que de estos 240 órganos, 71 son riñones, 150 córneas, 16 hígados, dos corazones y 21 tejidos músculo-esqueléticos.

HLL

 

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