Salamanca, Guanajuato.- De los 25 aseadores de calzado que tienen asignado un espacio para trabajar en el Jardín Principal, solo 15 continúan activos en el oficio. El aumento en el precio de la materia prima y la disminución de clientes ha llevado a varios a buscar otras formas de ganarse la vida. Algunos de los “boleros” más antiguos han fallecido, y nadie ha ocupado sus lugares.
La temporada de lluvias genera altibajos en el volumen de trabajo para los aseadores de calzado. Cuando no llueve, pueden llegar entre 10 y 12 clientes al día; sin embargo, cuando hay precipitaciones, las boleadas pueden disminuir entre un 50 y 60 por ciento.
Desde la pandemia vino a menos el número de compañeros que se dedican a esto; unos buscaron otro trabajo, algunos murieron. También son menos los clientes, tanto los de aquí como los que venían de fuera para bolearse. Igual hay clientes que ya fallecieron, pero nosotros aquí seguimos haciéndole la lucha”, comentó un aseador de calzado con más de 40 años en el oficio.
El incremento en el costo de los insumos ha sido otro golpe para la economía de los boleros. Las tintas y grasas han duplicado su precio: anteriormente un litro de tinta costaba 70 pesos, ahora se paga en 140; las grasas pasaron de 30 a 70 pesos.
A pesar de ello, los aseadores han mantenido el precio de la boleada en 50 pesos.
“En esta temporada el trabajo es muy variable, dependiendo de la lluvia. Hoy te puede ir bien y mañana no. A veces te llevas 200 o 300 pesos, a veces más y a veces menos. Hay días que te vas en blanco, sin ninguna boleada”, indicó otro lustrador.
Los aseadores del Jardín Principal laboran entre 8 y 9 horas diarias, y aunque en los últimos años las ganancias han disminuido, los que permanecen lo hacen por amor y lealtad a un oficio con más de un siglo de tradición en México.
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