El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.
Winston Churchill

La gobernadora Libia Dennise García puede cambiar el rumbo de Guanajuato con una sola acción: cancelar el último negocio de Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, su antecesor. Hay claridad en decir que fue un “negocio” de Diego representando al gobierno de Guanajuato con una empresa constructora, llevado a cabo al final del sexenio, en forma apresurada y sin transparencia de todos los detalles. 

Fue un trato incomprensible, por donde se le vea, porque es redondo y lucrativo para quien recibe dos concesiones y sin sentido para el erario estatal. La semana pasada explicamos con números precisos dónde estaba la gran desventaja para Guanajuato. Se inventó un costo carísimo de una vía A2 (carril sencillo), de por lo menos el doble para la nueva concesión de la construcción de la carretera Silao-San Miguel de Allende, como pretexto para justificar su incosteabilidad como vía de cuota. La excusa imperfecta para despojar a Guanajuato de un negocio en marcha muy lucrativo, la carretera Silao-Guanajuato. 

Si el proyecto siguiera adelante, Guanajuato deja de tener un ingreso seguro de unos 280 millones al año, pierde un activo muy valioso y sólo recibe la promesa de que la segunda concesión entregada, será de gran beneficio para la entidad.

Nadie duda que una carretera moderna, que recorte el tiempo de traslado desde Silao-Guanajuato a San Miguel de Allende, ampliaría el turismo y la conectividad hacia el norte. Tampoco dudamos que durante algunos años la inversión pudiera ser deficitaria. Sin embargo, eso no justifica que Diego haya entregado todas las canicas a cambio de un cheque de cien millones para el estado. Es una perinola que, después de girarla, dice “toma todo” para el contratista. 

Quienes entienden de inversiones, saben que la carretera Silao-Guanajuato pudo “bursatilizarse” (hipotecarse) a cambio de unos 3 o 4 mil millones de pesos. Con ese dinero el estado tendría para construir la nueva vía Silao-San Miguel sin mayor problema. Al concursar la obra, se optimizaría el dinero. 

Nuestra gobernadora sabe que Diego le dejó varios problemas pero ninguno de la magnitud de este negocio, que lo hizo justo al final de su mandato, publicado en el Diario Oficial el 25 de septiembre del 2024. Sabe que es una bomba de tiempo porque la oposición va a tomar la bandera del rescate en su contra, mostrará demandas y complicará todo. En cambio, si llega a una negociación con los concesionarios para revertir la operación, marcará, ahora sí, un “nuevo comienzo”. Si no lo hace, su sexenio quedaría marcado desde el principio como un cómplice, que encubre negocios multimillonarios, ajenos a la buena administración pública, por decir lo menos. 

Quienes han defendido el contrato son personeros del PAN y de  Diego o legisladores espantados que prefieren la disciplina partidista que la honestidad de decir lo que está bien y lo que no está. 

Nuestra gobernadora tiene la oportunidad, no sólo de revertir el contrato, sino de planificar una obra pública trascendente. Con un poco de imaginación podría invertir unos 10 mil millones en obras el año que viene. El ISSEG, sin despeinarse, puede prestarle al estado 3 mil 500 millones de pesos con la garantía de la caseta Silao-Guanajuato; puede vender las 970 hectáreas del Parque Xonotli en otros 4 mil 500 millones y completar con un préstamo de 2 mil millones con la banca. 

Sabemos que el saldo de las cuentas del estado son mayores a los 30 mil millones de activo circulante (efectivo y equivalentes) y que sólo sirven para la mayor felicidad de los bancos que los guardan. Con eso basta y sobra para hacer una carretera eficiente y digna entre Silao y San Miguel de Allende. (Continuará).

AAK

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