La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) intervino varias instituciones financieras. El motivo: presuntos vínculos con grupos del crimen organizado. La noticia sacude al sistema bancario. Y no es para menos. Por años ha flotado la sospecha de que algunos bancos han sido ciegos, sordos… o cómplices.

Hoy, esa sospecha ya no puede ser ignorada. Pero no basta con dar un golpe sobre la mesa. Es momento de investigar a fondo. Sin pactos, sin excepciones. Solo justicia. Las finanzas criminales no se mueven con billetes enrollados ni mochilas llenas de efectivo.

Circulan por cuentas electrónicas. Viajan en transferencias. Se esconden en fideicomisos. O se lavan con facturas perfectamente legales. Por eso, la supervisión debe ser implacable. Y constante. No simbólica.

Yo que he trabajado por muchos años para la banca mexicana, puedo decir que no se debe escatimar en medidas de autoblindaje, de ahí comienza todo, en la moral de los dueños y socios de los bancos, financieras, aseguradoras, casas de bolsa y cajas populares.

La CNBV debe actuar con autonomía. Sin mirar al poder político. Sin obedecer a intereses empresariales. Y, sobre todo, debe ir más allá de este caso. No puede ser una acción aislada. Tiene que ser el inicio de una limpieza profunda.

En estos momentos la intervención de la CNBV sobre Intercam, CIBanco y Vector, es para que el dinero de los usuarios, de la ciudadanía, no estén de ninguna manera en riesgo y a esperar que Estados Unidos, presente elementos probatorios.

La protección a los usuarios, a los cuentahabientes (derechos y legales), debe ser prioridad en este momento para la autoridad mexicana; no podemos esperar que de pronto se diga que sus ahorros, inversiones o aportaciones pudieran desaparecer.

La intervención de las autoridades bancarias o judiciales, no puede en ningún sentido afectar o modificar intereses a favor o en contra de la ciudadanía.

Sobre el caso en referencia, no todos los bancos pueden ser culpables, pero todos deben estar alerta y asumir su responsabilidad. Si no revisan sus filtros internos, si no identifican clientes de alto riesgo, si no corrigen errores… estarán construyendo su final.

La prevención no es opcional, es urgente. La ley exige debida diligencia. Eso no significa guardar formularios. Significa investigar a quien deposita millones sin explicación, con métodos que no signifiquen invasión de la privacidad y menos, inculpamiento. 

El sector bancario debe recuperar credibilidad. No puede seguir como si nada. Ni esperar a que les toquen la puerta.

Los demás bancos deben tomar nota. Y actuar ya. Revisar políticas, capacitar personal, cortar lazos sospechosos. No pueden mirar con indiferencia las barbas del vecino. También se necesitan nuevas reglas. Lineamientos claros, sanciones ejemplares. Auditorías reales.

La CNBV no puede sola. La UIF, el SAT y la FGR deben coordinarse. Cruzar información. Cerrar brechas, no podemos esperar a que existan señalamientos (falsos o verdaderos) de Estados Unidos, en especial en estos momentos.

El lavado de dinero no es un delito técnico. Es un veneno que corroe al país y se hace transnacional. Combatirlo no es tarea solo del gobierno. Es deber de todos. Especialmente de quienes manejan el dinero.

La banca no puede ser neutral, tampoco ingenua, mucho menos cómplice. Las instituciones investigadas tienen derecho a defenderse. Pero también tienen el deber de explicar.

Tienen que demostrar que su crecimiento no se alimentó de sangre. El dinero sucio deja huellas, aunque venga vestido de traje. La justicia financiera no se mide en cifras, se mide en principios y México necesita, una banca con principios.

Espero que las instituciones financieras señaladas e intervenidas, si no tienen responsabilidad alguna, que sean exoneradas y de lo contrario, aplicar la justicia en forma transparente.

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