***
Las lluvias han evidenciado la mala calidad en la construcción de la infraestructura vial en Pachuca y su zona metropolitana. Calles inundadas, baches expuestos y drenajes colapsados reflejan no solo deficiencias técnicas, sino también la falta de supervisión en obras públicas. Es indispensable garantizar procesos constructivos adecuados y una fiscalización real que priorice la seguridad ciudadana sobre la simulación administrativa.

 

***
La regidora Nadia Reyna Camacho ha demostrado que la transparencia no solo se predica, sino que también se practica. Su participación activa en los recorridos para verificar la presencia y funciones del personal en distintas dependencias municipales es un paso concreto para combatir viejas prácticas que tanto molestan a la ciudadanía, como la de los “aviadores”. Con esa labor en la Comisión de Transparencia refuerza el compromiso del Ayuntamiento con la rendición de cuentas y el buen uso de los recursos públicos.

 

***
Cuando la ciudadanía alza la voz, lo mínimo que se espera es una respuesta oportuna, no un regaño. En el caso de la presa El Girón, el gobierno municipal encabezado por Carlos Montaño tardó en reaccionar ante la legítima preocupación de los vecinos de Xoloxtitla y San Juan Tizahuapan. En lugar de agradecer el aviso ciudadano que podría haber evitado una tragedia, optaron por minimizar los reportes y descalificar las imágenes difundidas en redes, acusándolas de alarmistas.

 

***
Las lluvias no sólo dejaron charcos, sino un mapa completo de afectaciones en escuelas de todo Hidalgo, donde más de 220 planteles cerraron sus puertas para proteger a la comunidad educativa. La decisión, aunque complicada, refleja que cuando se trata del bienestar de niñas, niños y jóvenes, lo más sensato es frenar a tiempo. Suspender clases es un acto de responsabilidad que prioriza la seguridad antes que la rutina.

 

***
Cada vez más jóvenes egresan de la universidad sin garantías de empleo ni acceso a salarios dignos. El título ya no asegura estabilidad ni movilidad social, mientras el mercado laboral ofrece plazas precarias, mal pagadas o sin prestaciones. Esta desconexión entre formación académica y oportunidades reales refleja un modelo económico que desaprovecha el talento y desalienta el esfuerzo. Urge revalorar la educación superior vinculándola con un desarrollo productivo que realmente beneficie a las nuevas generaciones.

 

ACLARACIÓN:
Los comentarios expresados en esta columna de opinión no son información noticiosa ni necesariamente verídica. Provienen del libre derecho de expresión y forman parte de dichos, trascendidos o comentarios.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *