Encapuchados de la CNTE intentan tumbar la puerta en Segob e irrumpir en plena negociación. La violencia es el vehículo de sus exigencias: Piden la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007, que sustituyó el sistema solidario de pensiones por uno de cuentas individuales administradas por las Afores. Alegan que esta reforma ha deteriorado significativamente sus pensiones, pues el cálculo se basa en la UMAS y no en salarios; también exigen reinstalación de maestros cesados.
Otro escollo que complica las negociaciones, es la exigencia de volver al esquema que permitía jubilarse por años de servicio. En cambio, el sistema vigente establece la edad como requisito, lo que perjudica a quienes se incorporaron al ISSSTE después de 2007. Pero como si eso no bastara, el pliego petitorio también incluye un aumento salarial del 100%, entre otras demandas.
Hasta ahora, los maestros han sido atendidos por funcionarios de Gobernación, Educación y el ISSSTE, sin resultados concretos. Ya se había acordado un encuentro directo con la presidenta de la República el viernes 23 de mayo, pero fue cancelado luego de nuevos actos de violencia y caos protagonizados por la CNTE. La mandataria explicó: “Si ya teníamos pactada la reunión, ¿para qué siguen con esa violencia? Pero no vamos a caer en provocaciones. No vamos a reprimir. Los seguirá atendiendo Gobernación, creemos en el diálogo y vamos a continuar…”
A todas luces, resulta deplorable el mal ejemplo que les dan estos maestros a sus alumnos, actuando como bárbaros: Incendian vehículos, destruyen por donde van pisando, bloquean calles generando caos y afectando derechos de terceros; además, agreden al que pueden. Su misión es formar a las nuevas generaciones, pero su conducta los descalifica moralmente para esa tarea; mientras tanto, más de un millón de niños permanecen sin clases en aulas vacías.
Dicen querer diálogo, pero todo en su accionar indica lo contrario. La provocación sistemática tiene un propósito claro: Forzar al Gobierno federal a responder con violencia, para detonar una confrontación física que les permita victimizarse. Necesitan “sus muertitos”, su sangre para purificar su movimiento, y elevarlos a sus altares pedagógicos para consagrar a sus santones ideológicos.
No es secreto que uno de los tentáculos de la CNTE es el Ejército Popular Revolucionario (EPR), brazo armado surgido en 1994, con raíces en el marxismo-leninismo del PROCUP, organización clandestina de los años setenta. En octubre de 2006, durante el prolongado conflicto en Oaxaca, fuerzas federales rompieron las barricadas magisteriales con vehículos antimotines. Hubo disparos, gases lacrimógenos y extrema violencia. La acción terminó con cinco meses de caos y un intento abierto de derrocar al entonces gobernador Ulises Ruiz. Entonces, Oaxaca se convirtió en un laboratorio del EPR para ensayar tácticas de guerrilla urbana. El comandante José Arturo, miembro de una de las familias fundadoras del grupo, fue captado varias veces por el Cisen coordinando las movilizaciones.
Desde entonces, el EPR y su brazo magisterial, la CNTE, han tejido una amplia base social en la que se diluyen y se mimetizan. En estos días han vuelto a mostrar músculo. No es casualidad: el domingo 1 de junio se celebraron elecciones. Sus tentáculos ahora alcanzan a decenas de organizaciones campesinas, obreras, indígenas y urbano-populares, como lo llaman en sus documentos: La construcción del “poder popular”.
¿Pero qué es la CNTE? No es un sindicato, sino un movimiento de raigambre ideológica profundamente marxista y, en ocasiones, abiertamente anarquista. Fue fundada en Chiapas en 1979, como una escisión del SNTE. Pero tome nota: Su aspiración no es sólo laboral, sino política y revolucionaria: Si no está de acuerdo, incendia. Si no la escuchan, violenta. Si no la complacen, secuestra el presente y el futuro del país. Al final, los gobiernos han pagado el rescate.
A veces, el equilibrio entre la prudencia y la debilidad es una línea tenue. Pero el Gobierno ya leyó a Maquiavelo, así que seguirá el manual del Príncipe y esperará hasta que el hartazgo social suba de temperatura y condene el comportamiento obsceno de los maestros y, hasta entonces, el Estado hará uso del legítimo monopolio de la violencia, ya con la opinión pública demandando el uso de la fuerza.
“La sola penumbra de debilidad de un gobierno lo hace enormemente más débil y vulnerable.” Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia)
