“Nos dio un aventón un trailero en Torreón. Venimos de la normal (rural) de Saucillo, Chihuahua, y vamos de vacaciones a Canatlán, Durango”.

Así me platicó Briana, a la que le di un aventón junto con sus compañeras Marifer y Jessy.

Unas jóvenes de 18 años que vi tras de parar a cargar gasolina en Cuencamé, a la mitad del camino entre Torreón y Durango.
Las vi haciendo la clásica señal del “ride” abajo de un puente, pero por la situación del país no paré, las pasé.

“Son unas jovencitas, hijas de alguien y están solas pidiendo aventón”, pensé. Unos kilómetros adelante, di la vuelta, regresé y las recogí.

Tres estudiantes de la normal rural de Saucillo, cerca de Delicias y a una hora y media de Chihuahua.

Desde allá venían a salto de mata. Las dejé ya muy cerca de Canatlán, un pueblo de 35,000 habitantes a media hora de Durango.
“De aquí tomamos un taxi”, me dijeron.

Misión cumplida, llegaron sanas y salvas a casa.

Aprendí cosas interesantes y tristes en la plática. Confirmé el desinterés del gobierno federal por la educación y, sobre todo, la de menos favorecidos. Las normales rurales precisamente preparan a l@s maestr@s que irán a las escuelas en el campo mexicano, donde hay más pobreza y donde más hacen faltan buen@s maestr@s.

Me contaron que el gobierno las está cerrando.

“Antes había más de 30, hoy son 17. Las cierran porque son internados donde vivimos sin costo. Son más caras de mantener, por eso las cierran”.

Terrible.

Pero hoy voy a otra cosa.

Hoy quiero reflexionar sobre el arrojo.

Porque, ¿quién de nosotros pediría aventón en las carreteras de México o dejaría que su hija o sobrina lo hiciera?

Hablemos hoy del arrojo, que según la Real Academia es sinónimo de osadía, intrepidez, valor, audacia, valentía, coraje, brío, bravura, resolución, arrestos, agallas y temple.

Antes que nada, hay una línea muy tenue entre arrojo y estupidez, por lo que la pregunta clave es: ¿cuándo pasa la bravura a ser idiotez?

A riesgo de evadir la respuesta, depende.

Por ejemplo, depende del beneficio que se derive de este arrojo.

Porque no es lo mismo arriesgarse para obtener una promoción que para tomarse una selfie única “porque ahí se ve la barranca”. No es lo mismo pedir un aventón para ir dos semanas a visitar a la familia que tirarse en un parapente.

Aquí entra en juego otro factor: la personalidad y la tolerancia al riesgo, porque si en gustos se rompen géneros, en riesgos también.

Y eso está bien, pero con una advertencia: a mayor riesgo, mayor preparación. O sea: si no sabes, antes de tomar el riesgo, primero conoce. Asesórate. Acompáñate de expertos. Y si puedes, incrementa poco a poco el nivel de riesgo: Roma no se construyó en un día.

Pasemos a otro “depende”.

La utilidad que vas a derivar del riesgo: ¿es tangible o intangible? Ah, ¿y cuánto durará el beneficio? Piénsalo muy bien antes de tomar riesgos altos con beneficios intangibles y efímeros.

Pero, OJO, también pregúntate si el riesgo es real. Porque la era de la hipercomunicación y las fake news también conduce a la exageración, a ver moros con tranchetes en cada esquina. A veces los riesgos son síntomas de inexperiencia. La preparación puede aminorarlos.

Voy a un tercer “depende” relacionado a las consecuencias de fallar. Aquí considera al menos:

1. ¿Puedes sobrellevar (o sobrevivir) si fallas? ¿Qué tanto tiempo y recursos necesitarás para recuperarte?

2. Las consecuencias, ¿son personales o grupales? No es lo mismo que un padre de familia se tome esa “grandiosa selfie” a que lo haga un chavo.

Cierro con dos consejos prácticos.

Primero: a mayor edad, menos riesgo. Sobre todo, OJO, si tuviste la suerte de que te fuera bien en la vida. De ser así, cuestiona: ¿realmente vale la pena?

Y, segundo, NO hay lonche gratis en temas de inversión: a mayor rendimiento, mayor riesgo.

Ten mucho cuidado con esas inversiones “seguras” que te ofrecen cielo, mar y las estrellas. Antes de invertir, investiga muy bien. Relee “Antes de invertir, ¡lee esto!”.

Ojalá te sirvan estas reflexiones para que tu arrojo te arroje grandes beneficios y no te arroje al despeñadero.

Suerte en llegar a tu destino.

En pocas palabras…

“Valentía es saber que eres el único que tiene miedo”.

Franklin P. Jones, periodista estadounidense.

@jorgemelendez
 

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